Daniel Sancho vivió siempre rodeado de lujos y buena vida, y eso continuó en el hotel donde se hospedó en Tailandia, lugar donde ocurrió el macabro crimen contra el médico, Edwin Arrieta.
En su lugar de hospedaje, Bronchalo, estaba rodeado de 200 metros de un magnifico jardín, piscina con borde infinito, amplias salas, una cocina que todo chef envidiaría, y otros beneficios que serían el sueño de toda persona al momento de viajar.
El lugar ubicado en la isla paradisíaca de Khon Phanghan, en Tailandia, sería el epicentro de uno de los crímenes más terroríficos que una persona podría cometer. El baño de dicho hospedaje fue el lugar donde se encontraron restos de sangre, grasa, cabello humano, los cuales eran pertenecientes a Edwin Arrieta.
Hoy ese hospedaje pasó de ser un sueño a una pesadilla para todos los visitantes, la hermosura del lugar se convirtió en miedo y un lugar de malas energías, los 160 dólares que costaba dormir en el placentero lugar, se convirtieron en una mala inversión en la paradisíaca isla.
Pero esto solo es la punta del iceberg, al recordar el crimen se viene un detalle a la mente de todos: Daniel Sancho durmió con las partes que desmembró de Edwin Arrieta, y habría usado las diversas partes de la casa para realizar su crimen, en la cocina lo cercenó y en la nevera guardó las 14 partes en las que desmembró al cordobés, para luego esparcirlas y culminar su plan.
Del 1 al 3 de agosto, Daniel Sancho alquiló la prestigiosa habitación, así lo confirmó Rekha Raj Sign, directora de la villa, pese que tenía pasajes para volver a España a finales de este mes.
Según la reconstrucción que han hecho las autoridades del crimen: el primer día en la isla, Sancho habría comprado las bolsas y los cuchillos y diversos elementos para realizar su plan. Ese día durmió en la cama matrimonial del lugar.
Al día siguiente (2 de agosto) fue cuando se encontró con Edwin Arrieta, y ese precisamente fue el último día que se supo sobre él. Entonces fue cuando sucedió el hecho, mientras discutían en la habitación, como dijo Sancho, el cordobés se cayó de espalda y se golpeó la cabeza. Ya fallecido, el español decidió desmembrar a su “pareja” en 14 pedazos.
Luego de terminar. Llevó en varias maletas los restos del hombre al mar. Ya siendo 3 de agosto regresó, y botó varias partes de Edwin en diversos contenedores de basura, entonces regresó al hospedaje, y probablemente cansado, se quedó dormido junto a varias partes del cuerpo desmembrado de Edwin Arrieta.
Finalmente al despertarse limpió la sangre y terminó de botar las partes del cuerpo que restaban para después disfrutar de la “Fiesta de La Luna”.
¿Una cárcel amable?
Pese a estar en una cárcel tailandesa considerada “amable” y sin hacinamientos, a diferencia de otras del país, el español Daniel Sancho, acusado del asesinato del colombiano Edwin Arrieta, compartirá celda con al menos 20 personas y deberá dormir en el suelo.
Sancho guarda, desde su ingreso en prisión el lunes, un periodo de aislamiento como protocolo por la Covid-19, establecido en 10 días, antes de mezclarse con los reos en la prisión de Samui, ubicada en una tranquila zona del sur de esta turística isla, rodeada de cocoteros y plantaciones.
Una vez salga de la zona de aislamiento, Sancho, quien lucirá la vestimenta de recluso formada por un pantalón y una camiseta ancha comúnmente de color marrón, será trasladado a una celda compartida y le proveerán de un juego de tres piezas de tela para usarlas como colchón, sábana y almohada ubicadas sobre el suelo.
Las celdas de Samui se distinguen entre pequeñas, ocupadas por un máximo de 20 presos, y las grandes, con entre 30-40 reos.
Desde la pandemia las cárceles de Tailandia cuentan con salas de videollamada para contactar con sus familiares y amigos, pero ahora también pueden visitarles en el periodo habilitado para ello.
Además, los presos pueden solicitar reunirse con sus representantes legales y, en el caso de los reos extranjeros, con las autoridades consulares de su país.
También cuentan con un economato para adquirir, mediante encargo, comida o bebida, entre otros productos, a precios asequibles aunque superiores a los de fuera del recinto.
Rezos al alba, tres comidas y biblioteca
Un funcionario de la cárcel de Samui describió la rutina diaria de los reos dentro del recinto.
El día comienza a las 5:00 de la mañana, cuando los guardias despiertan a los presos y realizan un primer recuento de los reclusos , seguido de un rezo budista.
A las 7:00 reciben el desayuno y a las 8:00 son colocados en fila delante de la bandera tailandesa para cantar el himno nacional y vuelven a ser contados por las autoridades.
Tras ello llega la hora para acudir a las duchas y realizar las tareas asignadas por el comité de prisión. En el centro además existen varios proyectos para que los reos se formen en un trabajo de cara a su reinserción, tales como jardinería y electricidad.
El almuerzo llega al mediodía y tras concluir con la jornada de tareas, alrededor de las 15:00, se les somete a un nuevo recuento y se permite una nueva ducha.
Se cena temprano, sobre las 16:00, y se realiza un nuevo rezo antes de regresar a la celda, mientras que la hora de dormir llega a las 21:00.
El funcionario también precisó que hay sala de televisión y una biblioteca, así como un amplio patio donde hacer deporte, aunque carece de gimnasio.
Población carcelaria
Aunque el sistema penitenciario de Tailandia guarda diferencias con las cárceles españolas -donde hay celdas más pequeñas, privadas y con colchones-, la prisión de Samui es considerada como “amable” en comparación con otros recintos del país.
Conforme a los datos publicados el 5 de agosto por el Departamento de Correccionales de Tailandia, al menos 394 presos varones -incluido un español- se encuentran internos en el penal, que acepta reos condenados a penas máximas de 15 años.
La prisión cuenta con otras 127 plazas libres hasta alcanzar su capacidad máxima, lo que la diferencia de otras cárceles del país que se encuentran saturadas, como la de Bangkok.
Retos
La situación del penal de Samui dista mucho de las condiciones de otros correccionales del país, entre ellos la cárcel de máxima seguridad de Bang Kwang, en Bangkok, donde en mayo se encontraban 172 condenados a la pena capital.
Un trabajador de un instituto público tailandés encargado de la reforma y mejora del sistema penitenciario, quien pide no ser identificado, subrayó en declaraciones que el principal problema que afrontan las prisiones es su “condición de hacinamiento” debido a las largas condenas de presos por delitos de drogas, el mayor grupo de los 268.405 reos del país.