Tras casi una semana del hallazgo de los 4 niños que permanecieron 40 días en selvas del Guaviare, este jueves el Hospital Militar Central, donde reciben atención médica, reportó que la evolución de su estado de salud es favorable.
Según el centro hospitalario, los menores –de 13, 9, 5 y 1 año– permanecen en el área de pediatría y la evolución de cada uno de ellos es favorable. “Los manejos establecidos por el equipo interdisciplinario han permitido la estabilización y mejoría de los perfiles bioquímicos, con una adecuada tolerancia al incremento en los aportes nutricionales que han requerido”, explicó el Hospital.
Sin embargo, el Hospital Militar advirtió que, desde el punto de vista infeccioso, los niños se consideran aún en alto riesgo por su déficit nutricional, por lo que “se mantiene el manejo de las patologías infecciosas inherentes a las condiciones adversas a las que se vieron enfrentados, con el fin de lograr su óptimo estado de salud”.
El centro hospitalario precisó que continuará proporcionando el manejo interdisciplinario que requieren los menores, en apoyo articulado con las diferentes instancias estatales, con el propósito de avanzar en logros a mediano y largo plazo que permitan mejorar sus condiciones.
Lesly (13 años), Soleiny (9), Tien Noriel (5) y Cristin (1) sobrevivieron 40 días en la selva gracias a un cereal de habitual consumo entre las comunidades indígenas, pero que poco se conoce en las urbes colombianas.
Se trata de la fariña, un producto elaborado a partir de la yuca que aporta energía y que estaba en el equipaje que llevaba su madre, Magdalena Mucutuy, en la avioneta Cessna-206 HK-2803 que se estrelló el primero de mayo en el Guaviare.
Quien confirmó que ese producto fue determinante para que los hermanitos soportaran los embates de la selva fue el abuelo de los menores, Narciso Mucutuy. En las maletas había 3 libras de fariña que Lesly dosificó, así como el tetero de la bebé Cristin que ella repartió para dárselo de a poco para que esa leche rindiera el mayor tiempo posible. Una vez se le acabó el biberón, comenzó a llenarla con agua dulce de los riachuelos selváticos.
Los pequeños deambularon por la selva hasta que se cansaron de caminar y decidieron sentarse juntos. Cogían ramas u hojas anchas de los árboles para escamparse de la lluvia y durante un tiempo estuvieron con Wilson, el perro rescatista de raza pastor belga que sigue desaparecido en esa geografía selvática.