La emergencia humanitaria que viven varios pueblos indígenas asentados actualmente en Bogotá es vergonzosa. Enfermedades, hacinamiento y estigmatización son algunas de las problemáticas que a diario deben sortear en el hostil ambiente capitalino.
Pero esas son apenas algunas aristas de la problemática. Uno de los grandes inconvenientes que enfrentan, si no es el más complejo y alarmante, tiene que ver con sus niños y niñas; solamente durante este mes ya son cuatro los menores fallecidos por afecciones médicas asociadas a la desnutrición.
Q’HUBO habló con Jairo Montañez, coordinador de las Autoridades Indígenas en Bakatá, quien nos dio un panorama de la grave situación por la que atraviesan, la cual, a pesar de las denuncias y las intervenciones realizadas a la fecha, parece no mejorar. Les contamos.
Crisis humanitaria
“Ahora nuestro problema más grande, además de que se estén muriendo nuestros niños por razones evitables, es que nos estamos enfrentando a la normalización de las muertes. Esto hace bulla una o dos semanas en medios, luego el Distrito medio hace algo para la galería y de resto, nada cambia. Seguimos hacinados, seguimos enfermando, seguimos siendo estigmatizados y parece que a pesar de los esfuerzos, esa realidad no muta”, nos dijo en la mañana de ayer Jairo Montañez, quien unas horas más después, cerca de las 4 de la tarde, nos confirmó que acababa de fallecer una niña indígena de 3 meses de nacida.
Las cifras son alarmantes: ya son cuatro las muertes de menores indígenas ocurridas durante estos 23 días que lleva el mes de mayo. ¡Solamente en mayo! Pero eso no es todo, la cifra global es inadmisible: en los 5 meses que lleva el 2023 se han reportado 29 menores de edad fallecidos y 10 adultos por diferentes afecciones, varias de ellas relacionadas con desnutrición. Vale decir que las 39 personas fallecidas pertenecen a las comunidades Emberá Katyo, Wayuú y Wounaan.
“Sin importar la etnia de la que venga un niño o una niña, el Estado debe garantizar lo mínimo, su vida. Pero acá vemos cómo no solo eso no pasa, sino que además estamos tomando cada vez con más laxitud que un niño indígena se muera de hambre, o de enfermedad previsible. Tenemos al frente una crisis humanitaria que puede desbordarse aún más”, nos contó el coordinador de las Autoridades Indígenas.
Hacinamiento
Desde el 13 de mayo del 2022 cientos de indígenas Emberá que se asentaron en el Parque Nacional accedieron, luego de firmar un acuerdo de 10 puntos con el Gobierno Nacional y el Distrito, a desalojar el parque y ubicarse en la Unidad de Protección Integral (UPI) La Rioja, en la localidad de Los Mártires. De acuerdo con Jairo Montañez, “el lugar tiene capacidad para 300 personas, hoy tenemos más de 1.200”.
Comida insuficiente
“Hace más de un año que venimos insistiéndole al Distrito, el encargado de la alimentación, que la dieta que ofrece no se ajusta ni a las costumbres ni a las necesidades de las comunidades. Por otro lado, con el tema de los niños, no solo son ellos los que no se alimentan bien, son sus madres que por salir a trabajar y vender artesanías no pueden acceder a su ración diaria y por eso mismo el proceso de lactancia no se va dar de la mejor manera.
¿Qué hacer?
“Hemos agotado todas las rutas posibles, ya no sabemos qué hacer. Incluso, con el Icbf han pasado varios casos de recién nacidos que quedan en su custodia para garantizarles el bienestar, pero lastimosamente, aún así, han seguido llegando enfermos e incluso han fallecido”.
Los líderes de las comunidades esperan reunirse en los próximos días con las autoridades locales y nacionales para entablar un diálogo real que los lleve a “un camino de soluciones sin intereses de por medio”. Mientras tanto, en la capital del país se siguen muriendo niños indígenas por las indignas condiciones en las que viven al día de hoy.