Flaco, sin un ojo y con un cáncer avanzado reapareció Luis Alfredo Garavito, y podría quedar en libertad tras cumplir 24 de los 40 años a los que fue condenado por el asesinato y abuso de al menos 200 niños en el territorio nacional.
Si bien inicialmente lo condenaron a 1.853 años y 9 días de prisión, tuvieron que rebajar el monto a la pena máxima del momento porque era inviable una condena tan larga.
Por eso ahora, a sus 66 años, “La Bestia” o “el Monstrio de Génova” como también es conocido, está a punto de alcanzar las 3/5 partes de los 40 años que le fijaron en 1999, motivo que lo podría dejar por fuera de la cárcel La Tramacúa en Valledupar, si un juez acepta la petición de libertad condicional.
Con ese escenario coincide el abogado penalista Francisco Bernate, quien explica que “a Garavito le asiste un derecho, el de favorabilidad. El podría acceder a la libertad cuando cumpla las 3/5 partes de su condena, sin importar la gravedad del hecho. Cuando se cumpla el 60% de su condena él puede salir; con las reglas del juego que le aplican, tendría derecho a la libertad”.
En ese caso, los 16 años de condena que le quedarían restando al criminal serían una especie de periodo de prueba en el que debe cumplir con algunas reglas como buen comportamiento, no salir del país e informar el cambio de residencia.
Y aunque para el abogado Bernate es un hecho lamentable, según él no hay mucho qué hacer para detener ese camino, salvo si aparece una nueva orden de captura o si simplemente nadie solicita esa libertad.
“Como no es un vencimiento total de la condena, entonces debe ser un pedido, una libertad rogada; si nadie lo hace, entonces toca esperar a que se cumplan los 40 años de la pena”, dijo Bernate.
Sin embargo, para el abogado penalista, Iván Cancino, las cosas son a otro precio y la libertad de Garavito no es tan clara. Aunque es una posibilidad latente, para Cancino existen unos requisitos más importantes que solo cumplir las 3/5 partes de la pena, porque hace falta que los centros penitenciarios certifiquen un buen comportamiento que apunte a la rehabilitación, que no haya tenido sanciones y mucho menos investigaciones por hechos anteriores. Así mismo y no menos importante, se tendrá que demostrar un arraigo familiar y social.