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Así mueven sus nóminas los mafiosos por cinco rutas en Colombia

Agencias de Inteligencia también identificaron modalidades que van desde correos humanos a criptomonedas. ¿Cómo operan?

Quien crea que solo los actores famosos y modelos de alta costura pueden lucir unos calzoncillos de más de 60.000 dólares, es porque no ha conocido las estrategias de los mafiosos colombianos para transportar su dinero de un lado a otro.

Este caso se registró el pasado fin de semana en el aeropuerto El Dorado, de Bogotá, donde la Policía detuvo a un pasajero recién llegado en un vuelo procedente de Cúcuta. Se llamaba Johan Baquero Durán y no sospechaba que los agentes antinarcóticos le venían siguiendo la pista desde la ciudad de origen.

En la terminal bogotana lo interceptaron y lo llevaron a la sala de body scan (rayos X), donde notaron a través del visor que tenía unos paquetes adheridos a la ropa interior.

Se trataba de una licra remendada que contenía 60.950 dólares. De acuerdo con el reporte policiaco, “este dinero estaría asociado con las rentas criminales de organizaciones narcotraficantes con injerencia en Cúcuta y la zona limítrofe con Venezuela, y sería lavado en la capital del país a través de casas de cambio”.

Este hecho podría catalogarse como una simple anécdota, de no ser porque las agencias de seguridad han detectado en lo corrido del año seis casos de transporte y movimiento de altas sumas de dinero, que ya igualan los seis incidentes documentados en todo el 2022, y que al parecer reflejan una febril actividad financiera en el bajo mundo.

Sumando los registros de enero de 2022 a marzo de 2023, son 12 episodios en los que se han incautado en total 298.894 dólares (equivalentes a 1.454’567.651 pesos con la tasa de cambio actual), $9.987 millones en moneda local y, para rematar, otros 2 millones de dólares falsos.

Fuentes de Inteligencia consultadas por este diario consideran que esa plata tiene su origen en actividades de narcotráfico, contrabando, terrorismo y tráfico de armas de diferentes organizaciones, y que tiene tres destinos: el pago de nóminas a los integrantes de dichos grupos, la compra de droga y su inversión en negocios legales para el blanqueo de capitales.

En general, las personas detenidas transportando esa plata son procesadas por lavado de activos y enriquecimiento ilícito.

¿Cómo mueven el dinero?

De las 12 interdicciones reportadas, en seis episodios las gruesas sumas de dinero eran transportadas en vehículos particulares, como el caso ocurrido el pasado 22 de febrero en Puerto Colombia (Atlántico), donde un hombre de 48 años conducía un automóvil Chevrolet por la vía al Mar.

En la inspección policial al vehículo encontraron una hielera verde que no llevaba cervezas, sino 100.000 dólares.

Otras tres fortunas eran movidas en buses de servicio público. En esta modalidad se detectó una exhorbitante cantidad de dólares falsos el 16 de abril de 2022.

Un informante le contó a la Fiscalía que un hombre apodado “Enrique” transportaba ese dinero desde una imprenta clandestina en Tulcán, Ecuador, y que abordó un bus para cruzar la frontera.

Agentes de la Dijín lo esperaron en el puente de Rumichaca, en Ipiales (Nariño). Abordaron el automotor y le pidieron al sospechoso que se identificara. Su nombre era Luis Enrique Gualpaz y viajaba con una caja de cartón en la bodega de equipaje.

Adentro había 20 paquetes envueltos en polietileno, cada uno con 10 fajos de billetes de US$100, para un total de US$2 millones, sin la banda de seguridad rosada que caracteriza a los auténticos.

Gualpaz se negó a explicar cuál era el destino de la plata, así que fue capturado por tráfico de moneda falsificada.

Los investigadores creen que con ese dinero iban a estafar a unos narcos, comprándoles una cosecha de coca.

Continuando con las maneras de trasladar el dinero, otras dos involucraban la modalidad de correos humanos (“mulas”), como el pasajero de los calzoncillos millonarios y el hombre sorprendido en un parqueadero del barrio Robledo de Medellín, el 20 de enero de 2023, cargando una mochila con $1.100 millones.

El último modo detectado es el más contemporáneo: el pasado 31 de enero la Dijín anunció la primera incautación por lavado de activos en el ciberespacio ejecutada en Colombia.

La investigación inició en 2021, con apoyo de agencias internacionales, las cuales identificaron una red de narcotráfico que exportaba la sustancia ilegal hacia Estados Unidos. “Los dividendos de esta actividad eran transferidos mediante la compra y venta de criptomonedas y/o criptodivisas, facilitando a la red el movimiento del dinero dentro del ciberespacio”, informó la Dijín en su momento.

Los investigadores le siguieron la pista a los flujos de capitales y lograron incautar US$133,944 en criptomonedas almacenadas en una billetera virtual.

Rutas de origen y destino

En el plano terrestre, los analistas de Inteligencia han establecido que las mafias están moviendo sus nóminas y fortunas por seis ejes viales principalmente: 1). Guayaquil (Ecuador)-Nariño-Cauca-Cali; 2). Táchira (Venezuela)-Cúcuta-Bogotá; 3). Cundinamarca-Boyacá-Meta; 4). Costa Atlántica-Urabá-Medellín; 5). Putumayo-Cauca-Huila.

Esta última es una de las rutas más activas, al decir de las fuentes consultadas. En julio de 2022 fueron interceptadas dos camionetas con caletas acondicionadas para el transporte de los billetes.

El 16 de julio fueron enviados a la cárcel dos hombres que iban en una camioneta en dirección Mocoa (Putumayo) – Pitalito (Huila). El vehículo tenía una caleta electrónica, que se activaba desde el panel de velocidad, en la que llevaban $200 millones.

Nueve días después sorprendieron a otro par de tipos, padre e hijo, movilizándose en otra camioneta entre Popayán (Cauca) y Puerto Asís (Putumayo). En inmediaciones de Pitalito los detuvo el Ejército y en el chequeo fue descubierta una caleta bajo la silla trasera, con $1.311 millones de pesos.

¿Aumentó el flujo de plata?

Para los investigadores es llamativo que en apenas tres meses de 2023 se haya igualado el récord de hallazgos de todo el 2022, y algunos lo interpretan como un síntoma de la bonanza narcotraficante que impera en Colombia.

Tal cual informó esta semana la Oficina de la ONU contra las Drogas y el Crimen, la producción mundial de cocaína está en su cúspide, con nuestro país impulsando las cifras: 204.000 hectáreas de coca (según la última medición de 2021), cero hectáreas erradicadas en enero de 2023 y apenas 733 en febrero.

La escasa contención del fenómeno en Colombia genera frecuentes cuestionamientos de EE.UU., el principal socio comercial y en la lucha contra el narcotráfico.

A esto se suman la devaluación del peso frente al dólar, que aumenta las ganancias y rendimientos de los traquetos exportadores; una notable reducción en las operaciones y la ofensiva de la Fuerza Pública contra el crimen organizado, que el Gobierno ya no puede disimular; y la llegada al país de nuevas redes transnacionales, interesadas en abrir más rutas de droga a Europa Central, Los Balcanes, Medio Oriente, Asia y Oceanía.

Y en medio de este océano de coca y dineros calientes moviéndose de un lado a otro, la Casa de Nariño está impulsando en el Congreso un polémico proyecto de ley para el desmantelamiento de las bandas organizadas, que les permite quedarse con parte de sus fortunas.

El fiscal General, Francisco Barbosa, férreo opositor del proyecto, ha dicho que es una ley de impunidad, “un indulto disfrazado” en el que los narcos conservarían US$ 2,8 millones solo por entrar a la “paz total” del Gobierno.

Es innegable que en los aeropuertos y carreteras del país debe estar moviendo más dinero del detectado por las autoridades, que la mafia tiene sus bolsillos muy saludables y que entre más ricos sean los criminales, más difícil será que renuncien a sus negocios.

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