Convencido de que es un taxista diferente, Édgar Enrique Santamaría se siente muy orgulloso de su profesión, y la considera tan valiosa y del mismo porte como trabajar en una oficina.
“Conducir taxi y llevar a las personas es un trabajo formal, como ir a la oficina, por eso yo siempre me visto a la altura de eso. Nada de mochos o ropa que se vea informal”, aclaró.
Y así es, al hombre se le ve de camisa planchada, un pantalón de dril y con el cabello bien organizado.
No solo su presentación personal lo hace distinto al servicio cotidiano del taxista, también su carro.
Al entrar en él se percibe limpieza: un buen olor y también unos asientos bien cuidados y cómodos, que parecen más de carro particular que de un taxi.
“Sí, esos asientos los compré hace poco, para que las personas estuvieran más cómodas aquí adentro”, contó.
De familia
Para este ‘caballero’ del taxi, el conducir es sinónimo de libertad. Él disfruta recorrer la ciudad y también conocer personas.
“Este trabajo es de aprendizaje y también de querer hacerlo. Para eso uno debe ser alegre, positivo y lo más importante: amable”, concluyó.
Su gusto por ser conductor lo heredó de su padre, quien aún hace parte de una empresa de transporte intermunicipal.
Santamaría nació, como quien dice, con el volante debajo del brazo. Con el ejemplo de su padre aprendió a manejar a muy temprana edad, y no, no en un carro sino en un bus.
A sus 13 años ya sabía cómo hacerlo. “Muy fácil, eso no tiene ninguna complejidad, mi papá me dijo aprenda viendo y así fue”, contó.
A los 20 años empezó a conducir taxi. Poco a poco se aprendió las direcciones, a través de la radiofrecuencia en la que se solicitaban las carreras.
Aunque al inicio se ganó algunos desplantes por parte de los usuarios, lo cierto es que eso quedó atrás y ahora es uno de los favoritos, por el estado de su carro y también por la amabilidad y el buen conducir.
Sí se puede ahorrar
Este ‘amarillo’ de 35 años dice que el taxi sí da para ahorrar, pero se necesita mucha disciplina y un buen uso del dinero.
“Yo me hago mi prima. Un ahorro diario en casa, y cuando a todos les pagan la prima, yo también tengo para darme mi gusto” contó.
De modo que este ‘joven taxista’, como le dicen, es de los que cree que este trabajo sigue generando frutos.
“Si uno es una persona positiva, que cree que le irá bien y tolera los días ‘flojos’, le irá mejor”, dijo.