Han pasado seis meses desde la última vez que la comunidad de la vereda Rosa Blanca, de Floridablanca, recibió una respuesta sobre la adecuación del Instituto Gustavo Duarte Alemán sede E.
Fue el pasado 18 de enero, cuando se llevó a cabo una reunión entre la Secretaría de Educación de Floridablanca, el rector Juan Chona Rico y los habitantes de la zona. Ese día, al finalizar del encuentro, se firmó un acta donde, según Deisy Johana Delgado López, presidenta de la Junta de Acción Comunal, el rector se comprometió a entregar, el pasado 18 de julio, una respuesta enfocada a una posible solución; sin embargo, esto nunca sucedió.
“Nos acercamos los primeros días de julio, dejamos un derecho de petición para que no olvidaran el compromiso que tenían con nosotros, pero nadie llegó. Ni la Personería, ni el rector, ni el secretario de Educación”, agregó la presidenta.
Tal y como dicen coloquialmente, ‘los dejaron con los crespos hechos’, además sin escuela y sin soluciones.
Ante las constantes denuncias de los padres de familia, el secretario de Educación, Juan Carlos Oslos, le informó a un medio local, que en este segundo semestre se realizará un estudio de suelos para conocer con exactitud qué decisiones se deben tomar, “si el camino es hacer inversión, lo vamos hacer. Estamos mirando las posibilidades para que los niños tengan las mejores instalaciones para un buen desarrollo del proceso pedagógico”.
Una sede con goteras
Ante esta situación, los niños y niñas fueron trasladados a otro establecimiento para que tuvieran acceso a la educación. La reubicación se daría en un colegio a un kilómetro y medio de distancia, hecho que generó inconformidad en los residentes, pues a los estudiantes no se les proporcionaba un transporte para el traslado.
Finalmente, los pequeños ‘terminaron’ en la sede A de este mismo plantel educativo, una “solución” que se convirtió en otro problema. Según los padres de familia, los salones donde más de 80 niños reciben clases, no cuentan con bombillos, las ventanas están sin vidrios y el techo tiene goteras, esto expresado también por el personero estudiantil, a través de una carta, dirigida al rector.
Este hecho provoca que cuando llueve, el agua ingresa al aula y los niños no tienen otra opción que ‘arrinconarse’ para evitar mojarse.
“Exigimos que los niños tengan un lugar diferente, una escuela en buen estado, como es debido. Aquí depende el buen desarrollo de cada uno de los pequeños”, aseguró Deisy Johana.