Los especialistas del Centro de Atención y Valoración de Fauna Silvestre, CAV, de la Corporación Autónoma Regional para la Defensa de la Meseta de Bucaramanga, Cdmb, tienen un nuevo caso de éxito.
Se trata de un águila sabanera que, mientras transitaba por Lebrija, no pudo esquivar una aeronave que se encontraba parqueada en la pista del aeropuerto.
Por el choque, que ocurrió el pasado 4 de abril, sufrió un accidente cerebro vascular y traumas que causaron lesiones en los ligamientos.
La Policía Ambiental y los trabajadores del aeropuerto rescataron al animal, que fue trasladado al CAV, mientras luchaba con las lesiones que ponían en riesgo su vida.
“Llegó entrando la noche de ese lunes con lesiones bastantes complicadas. Presentó una contusión, trauma craneoencefálico y entumecimiento en uno de sus miembros posteriores, lo que le impedía abrir y cerrar la garra de esa extremidad. Su condición era muy delicada”, cuenta Juan Sebastián Mejía, médico veterinario del CAV de la CDMB.
Con notable asombro, el funcionario recuerda que una vez se le realizó la valoración pertinente el panorama no era tan alentador. El ánimo del animal estaba decaído pues se encontraba muy lastimado. Esos traumas, indica el veterinario, en la misma medicina humana, son bastante complejos de manejar.
“Usualmente se generan necrosis musculares y es necesario amputar. Era un reto grandísimo. Procedimos a hacerle exámenes, radiografías y demás estudios. Descubrimos que no era necesario hacer cirugía, pero tenía problemas de tendinitis que tardan mucho en evolucionar en estas especies”, indica Mejía.
Como esta especie convive cerca de asentamientos humanos es lo suficientemente dócil para soportar las atenciones que Mejía y su grupo de expertos querían hacerle.
“Realizamos tratamientos bastantes específicos. Incluyendo medicina homeopática, analgésicos, complejos B, neuro estimulantes, antiinflamatorios, fisioterapias e hidroterapias”, indica.
Entonces, esta ave recibía una hora de fisioterapia y otra de trabajos en tina con agua para que pudiera ir recuperando su fuerza y movimientos.
“Se le puso un implante en el miembro afectado, que ya no tiene. Él mismo posiciona la garra y mueve los dedos. Ya se alimenta solo. Si todo sale bien, sería liberado en un mes en zonas de Lebrija o el ‘Bajo Rionegro’. Estos son los casos que lo dejan a uno profesionalmente satisfecho”, indicó Mejía.