Villa Helena lleva 37 años de historia. Según cuenta la comunidad, era una sola área, pero la política hizo que se dividiera en sectores y hoy tiene dos etapas; una en su parte alta y la segunda junto a la ribera del río.
Está localizado en la comuna dos de Bucaramanga y colinda con los barrios Villa Rosa, Villa Helena I y Los Ángeles.
Es un sector sencillo, modesto y al mismo tiempo cívico. Si bien su pasado está atado a una gran lucha por un terreno digno, hoy es un barrio que es ejemplo de superación.
En nuestro recorrido, Q’hubo pudo detectar que allí se respira emprendimiento, integración, desarrollo comunitario y cultura.
Se destaca por su arborización, el aprovechamiento del reciclaje y la unión de la comunidad para aprender las cosas.
Los vecinos se han preocupado por rodear sus predios de bellos jardines y de árboles; incluso construyeron una especie de ‘pulmón ecológico’ entre las escaleras.
Todo esto hace que el clima que se registra en Villa Helena sea un verdadero “paraíso”, como lo describen los propios residentes.
“Tiene cerca de 420 casas y más de 1.200 personas, una comunidad trabajadora, de lucha y estigmatizada por vivir en el norte, pero eso nos impulsó a trabajar.
“Acá la gente es emprendedora, la mayoría empleados, pero muchos apoyando fábricas de calzado, confecciones y comercio en general”, comenta Alfonso Ardila, presidente de la JAC del barrio.
Es un barrio popular que ha tenido que esquivar grandes obstáculos, como la indiferencia oficial, las duras crisis económicas, la inseguridad y la falta de oportunidades laborales.
Sus necesidades
Lamentablemente el olvido del Gobierno Local ha hecho que su desarrollo no sea progresivo.
Las críticas van a varias obras necesarias para convivir pero no se han construido y esto ha llevado a la comunidad a no creer en promesas, sino en realidades.
“En el tema de sanidad no tenemos un puesto de salud, la personas van a Villa Rosa o al Hospital del Norte”, dice la comunidad.
Otro de los temas que le falta al barrio es el alumbrado público. “El descuido de las autoridades ha hecho que varios sectores están en la penumbra”, dice Ardila.
También hace falta un salón comunal y el comedor comunitario que alguna vez tuvieron, pero que ya no está. En educación no hay colegios en el sector, todo se limita a otros barrios, pero el líder insiste a la comunidad en aprovechar las becas y los cursos gratis que brinda la Alcaldía.
“Acá hay gente, jóvenes que están aprovechando el estudio. Con la Universidad del Pueblo y las becas que brinda el Gobierno estamos impulsando al estudio”, dice.
Por qué vivir allí
Los residentes han cambiado el ‘chip de la violencia’ y han convertido a Villa Helena II en uno de los ‘pulmones verdes’ del norte de la ciudad con la decoración de árboles.
“Hoy el barrio se recorre con mucha tranquilidad. Cada rincón se aprovecha y se busca cómo darle vida. Nos falta un poco más, pero le damos vida a las obras sociales con participación ciudadana y creo que vamos por buen camino”, dice Alfonso.
Villa Helena se ha convertido en zonas verdes gracias a la comunidad y a la participación de todos.
Además, entre vecinos se apoyan con actividades comunitarias que hacen esporádicamente y esto ayuda a la reactivación económica y los emprendimientos de quienes residen allí.
Q’hubo estará la próxima semana en otro sector de la ciudad en busca de más historias, vivencias y ayuda a la comunidad. Si usted desea ser visitado, puede contactarnos al 314 360 0101.
Villa Helena II, un jardín en cada rincón del barrio
Llegó la pandemia pero esto no fue impedimento para salir adelante. La ciudadanía se unió y hoy en cada rincón, es muy normal ver la creatividad que han tenido al embellecer sus espacios.
“Nos unimos y un día comenzamos a pintar algunas llantas que nos regalaron. Al ver lo hermoso que se veían coloridas decidimos emprender la búsqueda y tratar de utilizarlas como macetas. Muchos vecinos, jóvenes y adultos mayores se unieron y así construimos un jardín; pero la idea creció y en muchos puntos del barrio hoy es un símbolo de creatividad y convivencia”, comenta el presidente de la JAC.
Parques de recreación: desde hace tiempo se hicieron varios, pero ya cumplieron su vida útil. “Es un llamado para la Secretaría de Infraestructura. Nosotros también queremos celebrar los 400 años de Bucaramanga y le pedimos que eche una mirada a los barrios pequeños como Villa Helena”, comenta Alfonso.
Servicios: “Nuestros servicios públicos son buenos. Tenemos agua, luz, gas, Internet y todo es económico, eso ayuda a la buena convivencia y que entre vecinos nos apoyemos. Lo único que esperamos que reactiven es la red Wifi que desde hace dos años no sirve”, dice la comunidad.
Transporte: “En el tema de transporte, hubo un problema por temas de inseguridad que se presentaban. Hoy con un cambio del chip del ciudadano ya volvemos a contar con una ruta de bus (Villa Rosa). Pero como en muchas partes de la ciudad, el informal toma las vías y presta su servicio; aunque el subsidio de los transportadores ayuda mucho”, dice el líder.
Vías: Tiene varios accesos que conectan a otros barrios. Uno a la vía principal del norte y dentro del sector se cuenta con buenas vías. “Son buenas, han tenido reparcheo y pavimentación, sobretodo en la parte de arriba del barrio. Hoy se está haciendo una intervención por parte del Acueducto en alcantarillado y cambio de redes”.
Unión de aguas negras y el río Suratá
Dentro del barrio pasa la quebrada La Esperanza y allí carga con las aguas negras de sectores en la parte alta. Según la comunidad ha sido un problema grande para Villa Helena, por los olores, pero lo que más afecta a la naturaleza es a donde descarga, sobre el río Suratá.
Un puente ‘cuelga’ la vida de varias familias
A pocos pasos de Villa Helena y pasando el río viven algunas familias cerca al sector de La Cemento. Un puente colgante es la única vía de entrada y salida para ellos. El riesgo el inminente al tratar de cruzar a diario, pero les toca si quieren subsistir. “Llevamos muchos años pidiéndole al Gobierno una ayuda para tener un acceso a nuestras casas. Vienen, prometen pero no hay solución. Esperamos que este llamado sea de gran importancia y que no tengamos que vivir más riesgos”, manifiesta Luis Ángel Rodríguez, habitante en el otro lado del río.
En el lugar viven cerca de 20 personas entre niños y mujeres que arriesgan su vida pasando este puente colgante.