Pasaron de exprimir y despulpar en un colador, a tener uno de los mejores negocios de pulpas en Bucaramanga.
Así es la historia de Diego Cristancho Guarín y Sandra Guarguatí Figueroa, una pareja de esposos que inició su emprendimiento en su hogar y hoy le ‘saca el jugo’ a su proyecto de vida.
Llevan 21 años de casados, siete de ellos dedicados a ‘exprimirles’ el mejor sabor de las frutas del campo y con dedicación a montar una fábrica de pulpas.
“Nuestros padres y familiares siempre han trabajado con alimentos, algunos industriales y otros con empresa en la Costa Atlántica. Ellos nos motivaron a salir adelante y vamos paso a paso con buenos resultados”.
“Comenzamos en una cafetería de Floridablanca, despulpábamos la fruta para los jugos y de ahí nos dieron la idea de producirles la pulpa para sus negocios”, comentó Cristancho.
Aseguran que el éxito de su proyecto son los cítricos, la fruta es 100 % natural, sin conservantes, ni químicos.
“Le compramos directamente al campesino de la región en Llano Palma en Rionegro, Lebrija, La Renta, La Fortuna.
“Tenemos 22 sabores y le vendemos al comercio en Santa Marta, Barranquilla, Cartagena, Valledupar, Bogotá, Aguachica, San Gil, Socorro, Barichara, Barrancabermeja, Lebrija, Mesa de Los Santos y el área metropolitana de Bucaramanga”, dice Guarguatí Figueroa.
Su comienzo
Salieron de un apartamento y allí comenzaron a fabricar este ‘jugoso’ emprendimiento con la ayuda de sus hijos.
“En la casa, como toda familia, cogíamos un colador un balde y un congelador y con esas tres herramientas allí producíamos, empacábamos y despachábamos.
“Luego nos fuimos para una casa de dos pisos; fabricábamos en el primer piso y dormíamos en el segundo. Hoy gracias a Dios estamos en Bucaramanga, con una sola para el desarrollo del producto”.
Las bases de su éxito está en el sacrificio y el apoyo de sus padres así como de los padres de su esposa, siendo el soporte fundamental para Frutas y Pulpas de Colombia, Frupulcol.
“Primero el apoyo de nuestros padres, familiares y de ahí en adelante fueron apareciendo ‘ángeles’ y guías que se enamoraron del proyecto, un gustó como el de don Arturo Rueda, quien inyectó un dinero y nos apadrinó”.
También amigos que nos ayudaban; nos pagaban adelantado el producto para el surgimiento y nos dieron el impulso para seguir creciendo”.
El éxito del proyecto
Primero están aferrados a Dios quien sin duda, como todo negocio, les ha dado un plus para ser exitosos.
“Es un producto natural, el sabor es el mismo, el precio al clientes no varía.
“Trabajamos con el campo y sus campesinos le dan una satisfacción de aportar a las raíces de nuestra tierra”.
Ya van sus primeros siete años y hoy el negocio creció. En la parte industrial poseen una empacadora, crearon unas máquinas para exprimir 100 canastillas al día, una despulpadora industrial que procesa 250 kilos en una hora y una unidad de congelación de 80 metros cúbicos capas de mantener 5 toneladas de pulpa.
Otras ocho personas trabajan a su lado y buscan dentro de sus metas a mediano plazo, poder cubrir un mercado nacional y a largo, que sus hijos se apropien del negocio y tener en las ciudades principales un distribuidor.
