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El parque de las Cigarras tiene a su propio ‘domador de mascotas’

Por tan sólo dos mil pesos, usted puede tener un pequeño leopardo en casa o la colorida réplica del adorable Topoyiyo. También puede encontrar un perro que come, baila y se rasca, todo en un mismo lugar: el parque de las Cigarras. Aunque estas figuras no sean de carne y hueso, si llevan gran parte […]

Por tan sólo dos mil pesos, usted puede tener un pequeño leopardo en casa o la colorida réplica del adorable Topoyiyo. También puede encontrar un perro que come, baila y se rasca, todo en un mismo lugar: el parque de las Cigarras.

Aunque estas figuras no sean de carne y hueso, si llevan gran parte del corazón de José Agustín Bernal, el domador de mascotas. 

Todos los domingos a las 4:00 de la tarde, José Bernal ‘saca a pasear’ sus más de cien mascotas al Parque de Las Cigarras. /FOTOS: FELIPE JAIMES LAGOS.

A sus 66 años, aprendió la valiosa lección de creer en su talento con la pintura, a tal punto de abandonar los esclavizantes horarios de oficina y dejar atrás el hecho de trabajar para otros. “Yo empecé a ofrecer mis obras de arte a los tres san adresitos de la ciudad y hasta decoraba vitrinas según la temporada” relató José.

Y para la visita del papa Juan Pablo II, el 6 de julio de 1986, Bernal ya estaba realizando una que otra venta a los curiosos que llegaban hasta el mítico parque de la Ciudadela Real de Minas. 

La habilidad para utilizar materiales como espumas y ‘esponjillas’ fue clave para desarrollar a los muñecos que ofrece a un costado de ‘las cigarras’. “Todos los pinto de un color y les voy dando forma con distintos retazos del material. En un día puedo hacer una serie de 100” reveló el artista bumangués. 

La marioneta de ‘perrito’ es el producto que se roba las miradas de gran parte de los transeúntes que pasan por su venta. Además de simular el espontáneo comportamiento del  mejor amigo del hombre, este títere se ofrece en una amplia variedad de colores y estilos. 

Los juguetes infantiles son su fuerte, pero hace décadas fabricó un producto que marcó un antes y después en los conciertos de vallenato: los ‘cachitos’.

El boom del Santo Cachón

Para mediados de la década del 90, el tema del Santo Cachón, interpretado por Los Embajadores Vallenatos, sonaba en todas las emisoras de la ciudad. Además, su jocoso vídeo elevó su popularidad por todo el territorio nacional.

Esta auge le significó una gran ‘contrata’ a José Agustín porque se le asignó la tarea de fabricar de a cinco mil cachos para los conciertos de la agrupación vallenata. 

“A mí me llamó un hermano de Ramiro Colmenares para cotizar la elaboración de diademas con cachos para un concierto en Bucaramanga y les gustó tanto mi trabajo que me dejaron toda la gira” dio a conocer el ‘papá de los cachos’. 

La unidad la cobró a 300 pesos de la época y durante meses vio cómo regalaban sus obras en los conciertos de Los Embajadores. 

Con una gran sentido del humor y una amable atención, este hombre ya es reconocido en la comuna siete de Bucaramanga, también porque su casa y taller está ubicada en el barrio Monterredondo.

Camino a la cuarta década de experiencia, este ‘duro de la espuma’ puede afirmar con suma satisfacción que “le dí estudio a mis hijos gracias a estos ‘matachitos’ y aún no he visto a alguien que los fabrique como yo”. Lo cual hace que su colorido oficio sea único en ‘la ciudad bonita’. 

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