En la capital santandereana, Eliani Correa, ingeniera informática, y Carlos Andrade, supervisor industrial, han logrado materializar sus sueños a través de un negocio que ha transformado sus vidas desde su llegada a Colombia.
Obligados a dejar Venezuela en 2017 debido a la crisis económica, la pareja buscaba una mejor calidad de vida. “Este año cumplimos siete años en la ciudad, y puedo decir que, a medida que pasa el tiempo, uno se va acoplando”, menciona Andrade.
La adaptación no fue fácil. Al inicio, enfrentaron grandes dificultades para conseguir empleo y adaptarse a un lugar diferente. “Siempre hemos tenido un espíritu emprendedor. Al ver que no conseguíamos trabajo, tomé unos termos y me fui a caminar, vendiendo tintos por toda la ciudad”, relata Correa.
Mientras tanto, su novio trabajaba en un restaurante lavando platos y ollas. “No tenía tiempo para nada, ni un día libre. Fue entonces cuando decidimos que esto no podía continuar así. Compramos un carrito de comidas rápidas, le mandamos hacer una plancha y una freidora”, añade Andrade.
En 2018, con su nuevo carrito de comidas, se instalaron en el parque Cristo Rey, donde rápidamente se dieron cuenta de que la demanda superaba su capacidad de atención. “Mucha gente se quedaba sin ser atendida, pero teníamos el miedo de adquirir un negocio por ser migrantes y no conocer las reglas ni los documentos necesarios. Logramos investigar y, finalmente, obtuvimos la Cámara de Comercio y los demás requisitos para abrir nuestro primer local”, cuenta Correa.
Hoy en día, su primer negocio, “Al Parke”, está ubicado en el barrio Comuneros y emplea a cuatro personas entre colombianas y venezolanas. “Nuestro equipo de trabajo ha sido fundamental para el crecimiento del negocio; sin ellos, sería imposible que esto evolucionara”, subraya Andrade.
El verdadero punto de inflexión llegó en 2020, durante la pandemia. Con la disminución de las ventas en “Al Parke”, la pareja decidió aventurarse en un nuevo emprendimiento. “Nos preguntábamos qué podíamos hacer para mantenernos, y surgió la idea de ofrecer churritos a domicilio a nuestros vecinos y amigos. Así fuimos avanzando durante todo ese año”, explica Correa.
La propuesta de churros salados y dulces fue tan exitosa que los mismos clientes comenzaron a pedir un lugar físico donde pudieran disfrutar de los productos. Así nació Master Churros, con un espacio en el barrio San Francisco. “En este lugar, las personas pueden disfrutar de un momento agradable mientras saborean nuestros churros”, añade Andrade.
A pesar de su éxito, los desafíos no han sido pocos. “Ser migrante a veces trae muchas limitaciones a la hora de emprender, especialmente cuando se trata de acceder a créditos. Nos piden muchos requisitos y documentos, pero hemos contado con amigos que siempre nos han brindado su apoyo. Esto ha sido un proceso de aprendizaje y evolución, juntos superando las adversidades”, menciona Correa.
Master Churros se ha convertido en una experiencia gastronómica innovadora. “Siempre aconsejamos a los futuros emprendedores que, aunque existan días difíciles, detrás de ellos vienen otros mejores”, expresan.
Con una visión de futuro clara, no planean detenerse aquí. Su objetivo es expandir su negocio y abrir nuevos puntos de venta en la ciudad.
Para disfrutar de sus deliciosos churros, solo tienen que visitar la Carrera 21 # 19-57, en el barrio San Francisco.
Más información en sus redes sociales: @masterchurrosbga.
