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En Bucaramanga, paso patriótico del viejo ‘Willys’ y sus héroes

Los militares retirados conmovieron a los santandereanos, que en centenares, apreciaron ayer el desfile cívico y militar del 20 de julio que se cumplió a lo largo de la carrera 27.

Un Willys de la Segunda Guerra Mundial, modelo 1942, se vistió de nostalgia y con su tono verde militar recorrió ayer la carrera 27 de Bucaramanga, engalanando el desfile en conmemoración de la Independencia de Colombia.

En el emblemático vehículo, símbolo de resistencia y de fortaleza del histórico conflicto orbital, estuvieron cuatro valerosos hombres, quienes transmitieron con sus autorizadas voces los recuerdos de una historia única y llena de patriotismo.

Al volante se vio a Clemente Galvis Acuña, líder de la Familia Willys de Colombia. Junto a él estuvieron: el soldado sargento mayor honorífico, Humberto Joya Cáceres; el sargento primero de la Policía Nacional y quien participó en la Guerra de Corea, Clemente Quintero Ávila; y Amilto Humberto Peña Martínez, quien fuera ascendido a Cabo Segundo en la citada confrontación mundial.

La imagen de ellos evocó tiempos pasados, recordando a todos los presentes las hazañas y sacrificios de aquellos hombres que siempre defendieron la patria. Con lágrimas contenidas, ellos relataban breves anécdotas a sus compañeros de viaje y a los curiosos que se acercaban durante las pausas del desfile.

Para Clemente Galvis Acuña, “este desfile no solo fue una celebración más de la Independencia, también fue un tributo a los camaradas caídos y una reafirmación de los valores por los cuales lucharon”.

El Willys, impecablemente restaurado para la ocasión, avanzó lentamente por la carrera 27. Su motor rugió con un eco profundo, resonando en los corazones de quienes lo vieron transitar.

Los veteranos, vestidos con sus uniformes de gala y adornados con medallas y condecoraciones, saludaron con respeto y orgullo a los ciudadanos que los aplaudían. Con cada gesto ellos retrataron una leyenda de heroísmo y de servicio desinteresado.

A lo largo del trayecto, los espectadores se agolparon a lado y lado de la calle, ondeando banderas y vitoreando a los veteranos. Familias enteras, desde abuelos hasta niños, se unieron en un solo sentimiento de gratitud y de admiración.

Las miradas emocionadas y los aplausos crecientes entonaron un coro unísono que acompañó al Willys en su trayecto. En cada esquina, la memoria colectiva se avivó, recordando las gestas que permitieron la libertad y la paz del país.

El Willys pasó al frente de la tarima oficial, instalada en inmediaciones del Parque Turbay, en donde se llevó a cabo una ceremonia en honor a los veteranos.

Cuadras más adelante, cuando culminó el desfile, el viejo Willys quedó en exhibición, permitiendo a las nuevas generaciones acercarse y conocer de cerca este mítico símbolo. Los veteranos, conmovidos por el reconocimiento y la calidez del público, se unieron en un emotivo abrazo.

Al caer la tarde, la carrera 27 de la capital santandereana recuperó su ritmo habitual, pero el eco del desfile resonaba aún en los corazones de todos. El paso del viejo Willys dejó una huella imborrable, recordando que la libertad debe ser valorada y defendida por siempre.

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