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Un cultivo de café que florece en pleno corazón de Cabecera en Bucaramanga

El café es un cultivo que ha venido creciendo y actualmente la apuesta desde la Federación es que en tres años Santander sea el quinto departamento en producción cafetera del país.

Ir de caminata por el campo y ver cultivos de cacao o cualquier tubérculo o fruta es muy normal, pero caminar por una calle del barrio Cabecera en Bucaramanga y encontrarse con dos plantas de café que ya están con sus frutos hace que las personas no solo se detengan a observarlas, sino que se pregunten: ¿qué hacen estas plantas dentro de una mole de cemento.

Pues la respuesta se la contó a Vanguardia la señora Gloria Serrano, quien es residente del edificio Vistaverde, ubicado en la carrera 37 con calle 52. Ella cuenta que la iniciativa se dio con el fin de evitar que la zona siguiera siendo utilizada como parqueadero de carros y motos.

Doña Gloria manifestó que un día todos los vecinos se unieron con el fin de arreglar el frente del edificio y a la hora de decir qué tipo de árbol sembrarían, una vecina que tiene finca dijo que tenía unas chapolas (matas de café) en su apartamento y es así como nace esta historia.

Una vez sembradas las matas, doña Gloria se dedicó a abonarlas y con ayuda de los vecinos a regarlas. Es así como desde hace año y medio han venido dando frutos y, además de embellecer el frente del edificio, muchas personas que pasan por el lugar aprovechan a veces para coger pepitas de café y verificar que si son de verdad y también para tomarse fotos.

Recuerda que la primera vez que las plantas dieron sus frutos se dedicó a recogerlos e hizo todo el proceso de forma manual. Doña Gloria aclara que fue con ayuda de un señor que vive en el campo y tiene finca en Curití, pero nadie se imagina todo el trabajo que tienen para disfrutar una taza de café.

Recuerda que el proceso comienza con la recolección, luego las pepitas se pelan y esa cascarita se puede usar como abono. Posteriormente, se lavan bien durante varios días y después arriba en la terraza del apartamento se pusieron a secar, también por varios días, y cuando la semilla está blanca se pone a tostar, luego se muele y queda listo para disfrutar una buena taza de café.

Doña Gloria recuerda que ya para la segunda cosecha decidió encomendar todo el proceso a una persona que tiene cultivos de café en Curití y puede hacerlo más industrializado. Al final de la cosecha no es que se recoja mucho, pero sí da mucha vida y esperanza al barrio con esas plantas.

El negocio del café

Las épocas doradas del café en Santander no solo evocan nostalgia por las postales del centro de Bucaramanga y los costales apostados antes de viajar al extranjero, también trascienden porque precisamente marcaron la senda de las exportaciones para el departamento.

Néstor Serrano Capacho, director ejecutivo del Comité de Cafeteros de Santander, en reciente entrevista para Vanguardia recordó que “aunque el mejor momento del café y la riqueza que trajo para la región parecen caer en el olvido para muchos, esta industria ha sido fundamental y tiene semblantes de tomar un nuevo aire. Se proyecta que en unos tres años pueda llegar al quinto escalafón de producción cafetera en el país, superando a Caldas, ya que actualmente en Santander hay 55.500 hectáreas de café”.

Recordó que actualmente se encuentran cultivos de café en zonas de El Socorro y San Gil o la zona central del departamento, así como en la periferia de Santander, es decir, en total ya son 74 municipios los que tienen sembrado algo de café; desde 13 hectáreas en Capitanejo hasta más de 4.500 hectáreas en jurisdicción de El Socorro.

Una apuesta al desarrollo

Existe un rumor que apunta a que, como penitencia, el padre Francisco Romero ponía a sus feligreses a sembrar matas de café y por eso la región se volvió cafetera. No obstante, el historiador Armando Martínez relata que en la ciudad se siembra café mucho antes que llegara el padre, es decir, desde 1830, porque el café entró por los valles de Cúcuta procedente de Venezuela.

Sin embargo, la llegada del padre Romero, que fue en 1865, es muy importante porque él había sido cafetero en Salazar de las Palmas, y al llegar a Bucaramanga por la experiencia convenció a los campesinos y hacendados que sembrarán café, especialmente a don David Puyana y otros grandes hacendados, y por eso en Bucaramanga y algunos municipios comienzan a crecer los cultivos. De allí salió el rumor de que las penitencias era sembrar café. “Lo cierto es que el padre fue un gran jalonador del desarrollo en la región con los cultivos de café”, dijo Martínez.

Además, precisó que “cuando el padre Romero llegó a Bucaramanga, el país apenas exportaba 595.000 pesos de café. Esto era el 8 % de las exportaciones. Y cuando él murió, el 15 de abril de 1874, en ese momento ya las exportaciones nacionales de café anuales producían dos millones 252 mil pesos, por tanto, se había incrementado muchísimo y ya representaban el 34 % de las exportaciones totales”.

De igual forma, a finales de siglo Bucaramanga y Rionegro eran grandes productores nacionales.

Lo que se dice pero nadie confirma

Uno de los parques con historia de la ciudad de Bucaramanga es el parque Romero, nombrado así en honor del sacerdote conservador Francisco Romero, quien llegó a la ciudad en el año de 1865 como párroco de la iglesia San Laureano.

Lo relevante alrededor de la figura del sacerdote se remonta al año 1834 cuando era el párroco de Salazar de las Palmas en Norte de Santander, donde imponía una curiosa penitencia a los feligreses por sus pecados y dicen que lo mismo hizo al llegar a Bucaramanga.

Se llegado a decir (no a asegurar) que el perdón a sus pecados podía consistir en la siembra de 100 a 1000 matas de café, dependiendo de la gravedad de las faltas. Se dice que por una mentira piadosa eran 10 pepas de café, por malos pensamientos eran 50 y si el tema era más grave, como el de engañar a la mujer, tocaba sembrar el bulto completo. ¿Y cómo se debía cumplir la penitencia? Pues a manera anecdótica, un poco mitificada tal vez, «la semilla que se debía sembrar no era cualquiera: Debía ser caliente como la brasa del carbón encendido y oscura como la noche; y el aroma del perdón debía embriagar al espíritu.»

Así fue como el párroco promovió junto con figuras como: David Puyana, Julio Ogliastri, los Reyes González y otros pesos pesados de la región, el florecer económico de la villa de los búcaros en torno al cultivo y exportación del café.

*Tomado de Memoria Urbana de Bucaramanga

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