Bajo un tapiz de diamantes que resplandece con una intensidad sublime, se alza un guardián solitario. Su tronco robusto y curvado parece desafiar el paso del tiempo. Las nubes, intimidadas, no se atreven a opacar.
Su barriga, producto de la acumulación de azúcares y consecuencia de haber nacido en montañas empinadas o precipicios, se roba la mirada por unos largos minutos. Sus hojas trilobuladas y grandes, y las ramas cortas y gruesas que le ayudan a captar una gran cantidad de luz solar para su proceso de fotosíntesis, bajo la luz de las estrellas parecen confesar que solo quieren imponerse sobre el Cañón del Chicamocha.
Esas mismas montañas que de día conquistan con su bravura, solo asoman a lo lejos. Se perfilan como sombras silenciosas, custodios inmóviles de este paraíso escondido en Umpalá.
Cada detalle en la postal, desde la textura rugosa del tronco hasta la suave luminosidad de las estrellas, invita a aventurarse en la majestuosidad de Santander.
Así nació esta foto. Desde el deseo de “turistear” en estos santuarios de belleza eterna. En el imaginario de un par de amigos dedicados a inmortalizar la riqueza natural de Santander. Fernando Cáceres, director general de Biótica Consultores Ltda., y Andrés Galindo, estudiante de derecho de la Universidad Autónoma de Bucaramanga y fotógrafo de naturaleza.
La bravura de las montañas del Cañón del Chicamocha se dibujaron ante el lente antes de saber cuál era la ruta a seguir. Con él, la bravura de sus montañas y el magnetismo de sus particulares ceibas barrigonas (Cavanillesia chicamochae), una especie endémica.
Las opciones para encontrarlas son precisas: Girón, Umpalá, Cepita, San Andrés, Piedecuesta, y Zapatoca. Un estudio realizado en 2011 por biólogos de la Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia, UPTC, ubicaron tres poblaciones de ceibas barrigonas, un mínimo de 256 individuos, en estos municipios.
En dos semanas, las plántulas pueden llegar hasta los 30 centímetros de altura. Tardan de 20 a 25 años en madurar y pueden vivir hasta 100 años.
La ruta para inmortalizar las ceibas barrigonas
Fernando Cáceres y Andrés Galindo salieron de Bucaramanga y tomaron la ruta que conduce a San Gil. Fue un trayecto de aproximadamente 40 minutos hasta tomar un desvío y conducir por la vía que lleva al casco urbano de Umpalá.
“Incrustado entre las áridas montañas, encontramos un oasis, un pequeño valle del río en donde baja la temperatura y sopla una brisa fresca”, narra Fernando Cáceres. Una vez en el caserío, tranquilo y de arquitectura colonial, tomaron algunas fotografías y buscaron un guía local. Sin titubear, en una tienda, mencionaron a Anibal Pérez Larrota, sereno, alegre, conversador y celoso de su entorno.
“A las 4:00 p.m. y con el equipamiento listo emprendimos el camino saliendo del parque principal en dirección al oriente para tomar un sendero que recorre paralelo la quebrada Umpalá, la cual surte de agua el caserío”, añade Fernando Cáceres. El guía, “don Anibal”, se encargó de advertirles sobre la importancia de la quebrada para que cuidaran sus pasos y que bajo ninguna circunstancia hicieran algo para contaminarla.
El terreno escarpado, los suelos pobres en nutrientes y con poca humedad, la alta temperatura, y la luminosidad, advertían que iban en la dirección correcta. “Estos factores son necesarios para el correcto crecimiento (de las ceibas barrigonas). Son individuos que si son puestos en lugares húmedos y con poco sol no presentan un crecimiento deseable”, explica Cristhian Fernando Cacua, magíster en Biología de la UIS, y docente de esta misma universidad y de las Unidades Tecnológicas de Santander, UTS.
Luego de recorrer dos kilómetros encontraron las primeras ceibas. Gigantes y majestuosas, pero inaccesibles. Luego de 10 minutos encontraron el ejemplar que conquistaría el lente. “Estaba sola y en una ladera no tan alta, apuntaba al valle y al lugar donde planeábamos tener el cielo estrellado”, explica Fernando Cáceres.
No era necesario encontrar la ceiba perfecta, cualquiera en Santander puede regalar esa postal. El reto era mostrar su esencia.
Esperaron hasta las 9:00 p.m. para lograr su cometido. Las nubes se apoderaron del cielo y hasta las 12 de la noche la ceiba barrigona volvió a reinar.
Lograr estas postales en Santander no es cuestión de suerte. Su riqueza, parajes naturales, y especies lo hacen enteramente fotogénico. Pero la responsabilidad que requiere recorrer sus senderos y montañas debe ser de tal magnitud.
Acciones de conservación
Las ceibas barrigonas están en peligro. Está categorizada por el Ministerio del Medio Ambiente y Desarrollo Sostenible y la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, UICN, como una especie en peligro de extinción. “La real amenaza a la supervivencia de esta especie somos nosotros los seres humanos, ya que las grandes poblaciones y árboles de ceibas barrigonas existentes están en lugares de difícil acceso. Pero las amenazas son: el cambio de temperatura y régimen de lluvias, extracción maderable, ganadería y comercio ilegal”, puntualiza el docente Cristhian Fernando Cacua.
Quienes trabajan por la conservación de estas y otras especies, coinciden en que es importante que santandereanos, turistas nacionales y extranjeros, conozcan esta especie para así conservarla. “Pero debe ser turismo sostenible. Turismo de conservación donde se implementen siembras o germinación de estas especies que ayuda a su conservación. También hay que tener en cuenta las épocas reproductivas para evitar dañar posibles plántulas”, específica Cacua.
Ecolombia rutas ecológicas, Caminantes de Santander, Almas Aventureras, y De Ruta con Aleja, son los grupos de turismo que trabajan de la mano de la comunidad en las rutas planeadas a estos ecosistemas. Marcan además una pautas esenciales para quienes deseen disfrutar de estos paisajes, sin impactar de forma negativa: respetar los árboles es primordial. “Es una práctica común abrazarla para una foto, debido a ciertas creencias. Sin embargo, hay que tener cuidado de no afectarlos”, sugiere el biólogo Cristhian Fernando Cacua.
No cortar ni llevar ningún material vegetal de esta especie, realizar recorridos guiados por compañías avaladas para dichos procesos y con guías locales y dar a conocer de forma correcta la especie a través de la redes sociales, evitando generar información falsa, también es fundamental.