Este jueves 3 de agosto, la vida de doña Margarita Vargas de Rodríguez, oriunda de Floridablanca pero considerada como ‘garrotera’, se apagó tras 107 años llenos de experiencias y una familia numerosa que hoy la recuerda con cariño y gratitud. Cada 22 de febrero, sus hijos, nietos y bisnietos se reunían para celebrar el natalicio de esta mujer, quien se casó y llegó a Piedecuesta con 15 años a la vereda Los Ermitaños.
Posteriormente, se trasladó al barrio San Rafael tras la muerte de su esposo Teófilo Rodríguez Vargas. “Desde muy joven quedó viuda y tuvo que sacar adelante a sus hijos. Se desempeñó en el arte del bejuco y sus derivados”, cuenta Mauricio Rodríguez, uno de los nietos de doña Margarita.
Canastera de toda la vida
El talento y creatividad le permitieron sacar adelante a su familia de catorce hijos y decorar las grandes casas de las familias más influyentes de Piedecuesta. “Era una locura. Todo el mundo la buscaba porque en esa época ella impulsó una moda de decorar las paredes con abanicos hechos a base de bejuco”, afirmó su nieto, quien contó que su abuela era reconocida por elaborar estos abanicos gigantes y llenos de flores que le daban el toque especial a las viviendas de la época.
Aunque los inicios para esta mujer en el mundo laboral no fueron nada sencillos, su nieto Mauricio cuenta con orgullo que doña Margarita supo ganarse el cariño de sus clientes gracias a su talento y creatividad con los materiales que conseguía en las montañas piedecuestanas para sus creaciones artísticas.
“Ella nos decía que iba al monte, arrancaba el bejuco y armaba los canastos. Luego los exponía en la entrada de la casa y así hacía clientes nuevos”, recuerda Mauricio.
La mujer más longeva
En sus últimos años, doña Margarita se ganó el reconocimiento en el municipio y el departamento por su longevidad al cumplir más de un siglo de vida, una característica que la posicionó como la mujer más longeva en Piedecuesta.
Luego de 107 años de pura ‘berraquera’, la familia de doña Margarita Vargas de Rodríguez seguirá tejiendo memoria a través de los saberes que su matriarca les inculcó con esfuerzo, sencillez, plenitud y humildad.