Sofía Mikhailova es trilliza. Nació en Moscú, en medio de una familia dedicada a la docencia. Cuando tenía 16 años, sin saber una sola palabra en español, tuvo que dejar su país, su casa, su colegio, sus sueños y sus amigos, para viajar a Colombia. Todo parecía derrumbarse. Las cosas en Rusia no estaban bien.
A pesar de todo, aceptó el reto, pensando en que su historia en este país latinoamericano duraría muy poco, o al menos eso decía su padre. Lo que a ella y sus hermanas les prometieron que sería un corto año y medio, ya se convirtió en toda una vida construida a lo largo de 29 años. Hoy es docente de inglés del Colegio Campo Hermoso y domina perfectamente el español.
La migración: Una oportunidad para empezar
En 1994 empacó sus cosas y viajó con sus inseparables hermanas, su hermano, su madre y su padre. La difícil situación social que atravesaba Rusia en aquel momento, los obligó a migrar.
“Vinimos tras nuestro padre, que vino por un contrato que obtuvo con la UIS (Universidad Industrial de Santander), en 1993, ya que él es doctor en física pura y matemáticas”. Él decidió que lo mejor era buscar un nuevo lugar. Decidieron volver a empezar.
Las trillizas Mikhailova nacieron un 20 de marzo de 1978, en Moscú. “Fuimos fenómeno en Rusia”. Era inusual que hubiera un embarazo de trillizas en aquella época.
“Al principio nosotras tres nos opusimos ya que en aquel momento éramos adolescentes y teníamos demasiados amigos”. Todo eso tuvieron que dejarlo en Rusia. Y aún sin superar sus pérdidas, enfrentarse a Colombia, a todo lo que implicaba un cambio de país.
Para ellas en aquel momento, solo se tenían las unas a las otras. Se respaldan sin dudarlo. Sobre todo cuando tuvieron que enfrentarse a la llegada al colegio. Sus padres las inscribieron en la Institución Educativa INEM Custodio García Rovira, y fue allí donde empezaron a rehacer sus vidas.
“Adaptarnos fue complicado ya que las tres llegamos sin hablar español y éramos como celebridades. Todos nos perseguían y querían compartir con nosotras. Las tres nos sentíamos acosadas porque todo el colegio estaba encima de nosotras. Era como si tuviéramos muchos ‘fans’”.
Un año después, en 1995 ya sabían bastante del idioma, la situación y sus compañeros se calmaron un poco. Ya todo se sentía como una vida con más tranquilidad y normalidad.
“El trato con nuestros papás era que veníamos por un año y medio, pero el tiempo comenzó a correr y nuestros papás se separaron. Mamá tuvo que buscar trabajo en la Unab (Universidad Autónoma de Bucaramanga), y papá continuó su contrato con la UIS”.
Se sintió como volver a empezar. Pero la diferencia era que ya habían hecho muchos amigos en la ciudad. Lograron terminar el bachillerato, presentar las pruebas Icfes e ingresar a la UIS. “Mi hermana Tatiana y yo ingresamos a la carrera de Idiomas, descubrimos la vocación de enseñanza cuando hicimos horas sociales en la escuela de Provenza, enseñando a los abuelitos en las noches a leer”.
En este punto, sin darse cuenta, Sofía ya había hecho su vida en Bucaramanga, la ciudad que la recibió luego de tener que dejar su país. Encontró su vocación por servir. “Estos abuelitos venían a clases muy contentos ya que les contábamos muchos cuentos rusos para que se animaran a leer”.
Construir una nueva vida
Su hija, Isabella, es la razón de su vida. En esta foto tenía cinco años, pero hoy ya tiene 17 y es porrista profesional de la Academia Elite All Stars.“En el año 2005, mi hermana Tatiana fue nombrada en el Colegio Oriente Miraflores y yo en este año tuve a mi hija Isabella y me dediqué a criarla”.
Luego de dedicar unos años de su vida a ser mamá, empezó a trabajar en el Colegio Cooperativo Comfenalco. Y en el año 2012 fue nombrada como docente provisional en el Colegio Claveríano Fe y Alegría. Dónde dedicó varios años de su vida a enseñar y ganarse el cariño de los niños santandereanos.
La docente rusa llegó al Colegio Claveríano Fe y Alegría el 4 de febrero de 2012. Allí trabajó durante 11 años. Pero su mayor experiencia laboral llegó el año pasado, en octubre pasado, cuando fue contratada en el Colegio Campo Hermoso como docente de Inglés. “Mi mayor experiencia laboral se encuentra en está comuna de Bucaramanga. Estoy desde octubre del año pasado, prácticamente soy docente nueva. Me han recibido con mucho cariño y me he adaptado muy rápido”, dice.
Llegar al Colegio Campo Hermoso es una de las mejores cosas, profesionalmente hablando, que le ha pasado. Sus colegas, y los niños, le dieron una gran bienvenida. Aunque, también “ha sido algo duro emocionalmente porque los niños del colegio anterior me extrañan mucho, pero ahí vamos”.La docencia: mil historias de vida
A dónde va, la ‘profe’ Sofía se siente orgullosa de historia de vida, y le da a los niños que como ella tuvieron que dejar su país, el respaldo que quizá en algún momento ella no tuvo.
“Hay bastantes niños migrantes en Campo Hermoso y ellos se identifican conmigo porque yo también soy extranjera. Los niños venezolanos siempre afirman que su país Venezuela es el mejor y que por nada del mundo lo cambiarían”.
La ‘profe’ Sofía lleva en el corazón a cada uno de los estudiantes, y aún así le queda espacio para los animales. Con su hermana rescatan gatos y perros de las calles de la ciudad y los llevan a fundaciones y hogares de paso. Ha llegado a convertir su casa en uno de estos hogares, llegando a vivir hasta con 15 gatos. Son animalistas comprometidas, miembros del Club de Mascotas de la UIS.
Ha sido una experiencia enriquecedora poder acompañar el proceso de cada uno de ellos, desde la docencia, pues esta es precisamente su filosofía de vida.
“Por lo general los niños colombianos y niños venezolanos se integran muy bien y no se observa la xenofobia en el ambiente escolar. Además los niños venezolanos no tienen esta barrera a la que tuvimos que sobrevivir mis hermanas y yo cuando llegamos al país que era el idioma español, y tantas personas hablándote y siguiéndote y era imposible expresar agrado o desagrado”.
Desde el colegio, y desde los escenarios externos en los que ayuda a las comunidades vulnerables, la ‘profe’ Sofía Mikhailova siempre tiene una palabra y una mano amiga para quien lo necesite. En el caso de sus niños estudiantes, siempre intenta motivarlos diciéndoles: “Colombia es nuestro segundo hogar, y los colombianos son los mejores anfitriones”.
La labor de la ‘profe’ de Inglés del Colegio Campo Hermoso requiere de esfuerzo, apoyo y dedicación. Por eso, en algún punto del camino ha trabajado de la mano de figuras políticas del departamento, con el objetivo de ayudar a las comunidades vulnerables. En este momento trabaja en la campaña “Pacificandonos”, para ayudar a los niños víctimas de actos violentos.