Amar en la salud y en la enfermedad es una de las promesas más incondicionales y genuinas de un matrimonio.
Por lo que Carlos Ariza Acevedo y Susana Lilia Orejarena decidieron renovarla ante Dios. Reconociendo que, después de 40 años, siguen comprometidos, ahora más que nunca.
Vestidos de blanco y con la ilusión vibrante en su corazón, este par dio el sí, nuevamente.
En la capilla del Hospital Internacional de Colombia, estos esposos decidieron celebrar su unión, en medio de un nuevo reto que les pone la vida: batallar, por segunda vez, contra el cáncer que padece Carlos Ariza, de 66 años.
El amor se abre paso en cualquier lugar
Como un par de jovencitos, los nervios acompañaron a esta pareja. Sobre todo a Carlos quien esperó a su amada en el altar, con el suspenso de verla entrar de blanco por el pasillo de la capilla.
En sus silla de rueda presenció los pasos de Susana, y se maravilló con su belleza.
“Realmente cuando apareció en la capilla no podía dejar de mirarla. Estaba vestida de blanco, muy linda, muy contenta y eso me pone feliz porque merecía vivir este momento especial”, dice.
Estos enamorados ya se habían casado hace 40 años, por lo civil. En Bogotá, cuando apenas empezaban su camino: llenos de ilusiones y con ganas de ‘comerse’ el mundo.
Esta vez, lo hicieron con una convicción más honesta, con la experiencia de haber mantenido el amor por dos décadas.
“En esta etapa se toma una decisión con mayor convicción y se siente una paz muy grande”, asegura Susana Lilia Orejarena.
Hicieron historia
El amor de Carlos y Susana hizo historia en el HIC; convirtiéndose en la primera boda que se celebra en este centro médico.
De hecho, el personal del hospital se encargó de los preparativos y dar el visto bueno a esta idea que había surgido sorpresivamente de Carlos.
“Don Carlos nos manifestó su intención e inmediatamente hicimos un análisis, tanto médico como administrativo. Cuando verificamos que estaban dadas todas las condiciones, se dio la autorización”, contó Yadir Molina Pinzón, supervisor de Experiencia del Paciente del HIC.
Una vez se aprobó la boda, los funcionarios del HIC se pusieron ‘manos a la obra’. En contados días, todo estaba listo: la decoración y lo más importante el vestuario que fue trasladado desde Confines, en Santander.
Carlos usó una reluciente guayabera, con un arreglo floral en el bolsillo. Atuendo que también sorprendió gratamente a Susana.
“Me impresionó verlo así porque durante este mes de hospitalización ha habido momentos en los que ha estado solo con pañales para su comodidad”, agregó su esposa.
La celebración de su vínculo renovó también la confianza y la esperanza para que Carlos pueda salir victorioso de su cáncer.