La experiencia le ha dado el conocimiento adecuado para el manejo de sus clientes.
Esta mujer lleva cerca de 30 años en su negocio y ha mantenido intacto su amor por lo que hace como el primer día.
Cecilia Rueda Monsalve nació en Aguachica, Cesar. Llegó a Bucaramanga en 1985 donde trabajó como comerciante en Sanandresito. Allí aprendió del servicio al cliente y desde entonces colocó su propio negocio.
El micromercado se llama “Mercatodo”, ubicado en el sector de Parque San Agustín en el barrio Palomitas de Floridablanca.
“Le buscamos varios nombres, la opinión de mi familia fue fundamental y entre todos nosotros llegamos a éste. Comenzamos el negocio en sociedad con mi hermana, pero ella falleció hace un par de años”.
“Desde entonces yo quedé aquí encargada. A mí siempre me ha gustado la tienda porque yo he trabajado en ventas, entonces creo que se me hace fácil atender a los clientes”, comenta esta mujer.
Sus labores comienzan desde las 5:00 de la mañana hasta la 10:00 de la noche. Dice que el cliente de Palomitas es muy agradecido, pero exigente para comprar.
“Aquí en el Parque es muy bueno. Al principio no nos iba muy bien, pero poco a poco y con los domicilios las personas comenzaron a tener sus productos en el apartamento”.
“Si les falta el arroz u otra cosa nos llaman y se la llevamos; eso es muy importante, facilitarle las cosas al cliente y la atención que se tenga en el negocio”, comenta.
El éxito, el buen surtido
Cecilia es de esas mujeres que busca tener todo en su tienda. Mantener un orden en las cosas y darle la oportunidad a personas para que trabajen a su lado.
“Sí, siempre me gusta mantener un buen surtido y que nunca falte nada. Además tengo hoy dos jóvenes que son mi apoyo para surtir a los clientes en los domicilios”, dice.
En este sector de Floridablanca, productos como la leche y el pan, el milo, chocolate o el queso no pueden faltar para los desayunos.
Arroz, granos, pasta, aciete y gaseosas es el ideal para el almuerzo y para la comida el jamón y los huevos son indispensables para el cliente.
“Yo siempre imaginé que una tienda no era para uno vender al por mayor, sino una despensa para el complemento del mercado de las personas y lo que se le acaba en su canasta familia al cliente”, puntualiza.