Carismática y muy pendiente de su tienda. Enseñada siempre a tener buena vibra y sobretodo en no darse por vencida para poder alcanzar el éxito, así es Ana Lourdes Cabeza, una mujer, nacida en Rionegro, Santander y que a sus 72 años todavía tiene ese carácter para atender a sus clientes.
Como tendera lleva 47 años, pues 10 de ellos los dedico a atender su clientela en Rionegro, los otros 37 los ha vivido en el barrio La Trinidad de Floridablanca, de donde se siente muy orgullosa.
“Aquí estoy feliz y vivo contenta. No ha sido duro lo que he conseguido, pero todo se lo debo a Dios. La tienda la coloco por quedarme en un sólo lugar y brindarle a mi hijos una comodidad. Hoy ya ellos se formaron, se educaron y nunca tuvimos que pasar necesidades, gracias a este negocio”, comenta Ana, quien también estuvo de comerciante, por 15 años, trabajando en la plaza central de Bucaramanga; allí vendía legumbre.
Esta mujer se vino de su ‘tierrita’ cuando tenía 27 años. Llegó al barrio Santa Ana de Floridablanca y posteriormente se quedó viviendo en La Trinidad.
“Me acuerdo que cuando comencé la tienda aquí no había a quien venderle, sólo existían cinco viviendas y de resto eran lotes”.
“Tenía mi surtido, como una tienda de esa época. Se me ocurrió colocar un parqueadero y con esto comenzó a llegar la gente. Los conductores de los buses me compraban, llevaban mercado, tomaban y así me hice la clientela”, comenta Ana.
Ella se describe como una persona responsable en sus cosas. Busca que todo salga bien y que la gente la pase contenta al visitarla en su tienda.
“Trato de darle lo mejor a mis vecinos. En este sector hay dos tiendas y eso me alegra porque hay trabajo para todos”.
“Aquí me ayuda una hija, tuve cuatro más. El cliente le gusta venir aquí porque soy amable con ellos y pues hay gusto para todos”, dice entre risas.
Doña Ana, como todos la conocen en La Trinidad, abre las puertas de su tienda sobre las 5:30 a.m., todos los días, y cierra a las 10:00 p.m.
Es un negocio muy bien surtido, hay de todo y hasta mercado le tiene.
“Voy a Centroabastos dos días a la semana. Aquí se vende de todo un poquito. Si el cliente necesita una pastilla para el dolor, aquí se la tenemos”.
“El tendero debe ser amable y cordial. Los clientes se forman como los hijos de uno, a veces les sacan el genio, pero después vuelven y nos reconciliamos”, concluye.
Por ahora Ana seguirá con su negocio, hoy varios de sus hijos le ayudan en la atención y espera tener salud para seguir adelante colaborándole a sus clientes.
La tienda de doña Anita está ubicada en la carrera 16 con calle 60 del barrio La Trinidad. Lleva 47 años como tendera y Q’hubo la visitó para contar su historia.