A pesar de medir 1 metro con 32 centímetros (1,30 cm según su cédula), la estatura no fue un impedimento para que Óscar Julián Henao Ruiz (20 años), un joven que nació en el municipio de Ciudad Bolívar (Antioquia), cumpliera su sueño de convertirse en un héroe de Colombia e ingresar a las filas del Ejército Nacional.
Henao, proveniente de una humilde familia campesina, puede decir que hoy es el soldado más pequeño de Colombia. Sus 132 centímetros de altura se compensan con la tenacidad, disciplina y constancia que la imprime a las actividades que le solicitan realizar en el batallón de la Séptima División del Ejército Nacional, ubicado en la ciudad de Medellín (cuya distancia con Ciudad Bolívar es de aproximadamente tres horas en auto), y desde donde el soldado Henao le contó ayer a Q’HUBO los detalles de cómo ha sido esta experiencia y los sueños que quiere lograr mientras sirve en la institución.
La misma a la cual le guarda respeto y cariño por haberle concedido la oportunidad de cambiar ese paradigma que a veces muchos sufren por tener bajar estatura.
Empezar, lo más duro
El soldado Henao inició en enero de este año su periplo para poder ser aceptado por las Fuerzas Militares. “Yo me presenté en enero y pasé todo, no tenía ninguna enfermedad que me impidiera entrar, pero me dijeron que no por la estatura”, contó Henao.
Ante la negativa por parte de la institución, muchos habrían sido presa de la frustración, pero esto lo único que hizo en el militar fue aumentar el deseo por pertenecer al Ejército, y fue por esto que el joven volvió a presentarse tan solo una semana después de recibir la mala noticia. Pero esta vez, ante la imposibilidad de hallar alguna causa que no lo dejara apto, los altos mandos no tuvieron más opción que aceptarlo para que Henao por fin pudiera prestar el servicio militar y cimentar más aún el sueño de llegar a convertirse en soldado profesional.
Retos y sueños…
Entre las risas y silencios, el soldado Henao recordó que no fue fácil, pero recibió un buen trato por parte de sus compañeros cuando llegó.
Óscar Julián contó que “muchos de los que llegaron conmigo al batallón me miraron raro, pensaban que era hijo de un ‘cuadro’ (un miembro de rango alto), y como todos fueron reclutados y yo fui el único que llegó por decisión propia, me felicitaron porque vieron que hacía mi sueño realidad, aunque sí me decían que no era nada fácil”.
Sumado a lo anterior, el soldado Henao considera que no hubo ningún trato especial, antes por el contrario, todas las actividades que tuvo que realizar fueron en igualdad de condiciones.
Frente a los chistes o comentarios malintenacionados, Henao dejó claro que los ignora y antes le da más fortaleza para seguir, porque como él dijo “uno no se puede dejar acomplejar por los demás porque eso muchas veces opaca nuestros sueños y terminamos por abandonarlos”.
Al final, todo esto que realiza este soldado tiene dos intenciones: una poder llegar a ser soldado profesional y poderle comprar una casa a su mamá. Por el momento, él realiza labores como estafeta del general Juvenal Díaz mientras alterna el curso que realiza para ser soldado profesional, y llegar algún día a ser general de la República.