La última Encuesta de Pulso Social del Dane, correspondiente a datos acumulados para el trimestre abril, mayo y junio, confirmó que 36.214 mujeres en Bucaramanga y el área metropolitana no pudieron comprar los elementos necesarios para atender su periodo menstrual durante el último mes.
Entre tanto, 164.370 mujeres señalaron que no tuvieron dificultades y 34.894 más aseguraron que no tuvieron el periodo.
Esto revela, una vez más, la gran barrera de inequidad entre las personas que no pueden acceder a métodos de higiene menstrual. Muchas de ellas deben darle prioridad a la atención de otros asuntos, como la alimentación, antes de pensar en estos productos que sin duda son de primera necesidad pero infortunadamente no están a su alcance.
Una toalla higiénica en el mercado, por ejemplo, puede costar entre $500 y $2.000, pero este gasto se multiplica dependiendo de varios factores como duración del ciclo y el flujo. En promedio el gasto puede ser de 233 toallas higiénicas al año por persona. En zona rural, la situación suele ser más precaria, especialmente para las adolescentes.
Y es que más allá de buscar alternativas para suplir estas necesidades, es necesario pensar en que las personas menstruantes, que no son solo mujeres, sino también hombres trans y personas no binarias con vulva, al no tener cómo adquirir toallas higiénicas, tampones, copas o discos menstruales o ropa interior absorbente se les afectan sus actividades laborales, educativas y hasta sociales; incluso, optan por utilizar ropa vieja o trapos.
Según la Encuesta de Pulso Social, solo el 0,6% aseguraron que el mes pasado suspendieron o interrumpieron sus actividades usuales laborales, de estudio o tareas del hogar a causa de su periodo menstrual. Y un 0,1% tuvo dificultades para acceder a un baño cercano, privado y limpio para cambiar sus implementos de higiene para atender su periodo menstrual.
Con base en los implementos que más usa durante el periodo menstrual, las encuestadas respondieron toallas higiénicas en un 80,8%.
Frente a este panorama, la Fundación Mujer y Futuro adelanta una campaña para que mujeres, niñas, jóvenes y adolescentes de la zona rural y área metropolitana de Bucaramanga tengan acceso a copas menstruales e información sobre salud y cuidado menstrual, respeto y reconocimiento de su cuerpo.
Con la unidad móvil Sex Truck Derechos sexuales y reproductivos, que cuenta con un equipo completo de profesionales de la salud, se llegará específicamente a zonas donde no se tienen posibilidades de comprar toallas higiénicas o copas, de manera que se pueda aportar al cuidado menstrual de las mujeres y a la conservación del medio ambiente.
La campaña denominada ‘Una copa por la salud, por nosotras y por el planeta’ permite que usted haga donaciones desde los $30.000. Sin embargo, puede donar el valor de una copa que es de $60.000 y el kit completo que incluye copa menstrual y dos toallas ecológicas que cuesta $120.000
Las primeras en beneficiarse serían las mujeres de las veredas El Salado, Río Sucio, El Oso, San Cayetano de Lebrija, quienes al tener dificultades económicas para acceder a la compra de toallas higiénicas, copas menstruales o tampones, para su cuidado menstrual utilizan compresas o trapos que le pueden generar infecciones.
Además, las niñas que inician su proceso menstrual en estas zonas rurales no tienen información sobre este cambio en su vida. De hecho, durante sus días de periodo menstrual ellas no asisten al colegio por tabúes frente al periodo, vergüenza o por miedo al rechazo de sus compañeros.
Si usted está interesado en conocer más de esta campaña o contribuir puede comunicarse al 316 581 8797, escribir al correo electrónico comunicaciones@mujeryfuturo.org, o ingresar al portal habilitado por la Fundación Mujer y Futuro: https://mujeryfuturo.org/dona-una-copa/
En hogares con cuatro o más personas se presentan mayores dificultades para comprar toallas higiénicas o tampones, según la Encuesta de Pulso Social realizada por el Dane.
¿Qué es la copa menstrual?
La copa menstrual es un recipiente de silicona médico hipoalergénico en forma de copa, flexible que se adapta perfecto a las paredes vaginales y permanece fija aunque haya movimiento. Su vida útil es de ocho años aproximadamente, por lo que no hay necesidad de comprar otro elemento de higiene menstrual. Es reutilizable y libre de tóxicos.
La función de este producto sostenible es recoger el flujo sanguíneo, más no absórbelo. Se puede usar en un máximo de 12 horas seguidas, pero si el flujo menstrual es muy abundante este tiempo se puede reducir en más de un 50%. Incluso, se puede dormir con ella puesta.
Con el paso de los años, este elemento ha ido desplazando hasta el uso de toalla higiénica ecológica.