Los ‘malos pasos’ en que andaba Rhonald Fabián Niño Coronado desde hacía varios años, le habrían costado la vida. Estaba sumido en las drogas y, al parecer, molestaba a los vecinos con robos que cometía a diario.
Ya lo conocían por sus ‘mañas’ y hasta le daban dinero. Pero ayer en la madrugada fue hallado en una zona boscosa del barrio Zapamanga IV etapa, donde residía.
Y aunque inicialmente se presumía que habría muerto al caer de un árbol, la causa real de su deceso fue un tiro en la cabeza.
Los primeros rayos del sol dejaron en evidencia el crimen. Fue desgarrador, su madre y su hermana, sumidas en el llanto, le pedían que se le levantara. Nada podía calmar su dolor.
‘Boludo’, como era conocido en el sector, tenía 35 años.
Espeluznante hallazgo
Hacia las 6:00 de la mañana, las personas que utilizan ese sendero para salir a la Transversal Oriental, dieron aviso a las autoridades.
Dos disparos se escucharon media hora antes en el barrio Santa Fe, que colinda con la zona boscosa.
A ‘Boludo’ lo habrían visto a las 5:00 de la mañana junto a alias ‘El Chiche’, otro consumidor y ‘ladroncillo’ de la zona. Se encontraban muy sonrientes y saludables, quizá pasados de tragos o mareados por el vicio. Nadie sabe qué pasó después. Se perdieron.
“Era un pela’o que estaba llevado, pero da tristeza que muriera así.
“Era un muchacho del barrio, lo conocíamos desde niño. Vivía con su mamá, su hermana y su abuela, era el consentido de ella”, manifestó uno de los residentes del sector.
Algunos aseguran que el crimen estaría relacionado con los problemas que tenía Rhonald con los vigilantes informales; sin embargo, serán las autoridades las encargadas de establecer los móviles.
¿Quién era?
Rhonald habría estudiado en un colegio de Floridablanca, pero desde hacía varios años, al parecer, se dejó llevar por el vicio. Se la pasaba en la calle casi las 24 horas del día, rebuscando la platica para sus dosis. Se ofrecía por mil o dos mil pesos a botar los escombros de las casas donde hacían remodelaciones; sin embargo, todo este material lo arrojaba a la quebrada. Por esta razón, varias veces, los vecinos le llamaron la atención.
También robaba, lo que ‘dejaran pagando y llamaba ‘papá’ ’y hasta les pedía la bendición a los más antiguos del barrio. Habría tratado de buscar ayuda en centros de rehabilitación, pero solo permanecía dos o tres meses y salía. Volvía a las andanzas.
“Le decíamos que cambiara y nos prometía que lo iba a ser, pero solo eran palabras”, comentó un conocido.