La preparación de esta salsa que ella ha nombrado como Zafiro tiene un origen santandereano, fácilmente rastreable.
Su insumo principal que es el tomate, viene de La Mesa de los Santos, y de la Belleza.
“La idea inicial surgió en pandemia, cuando nos dimos cuenta, al ser productores de tomate, que se estaban presentando pérdidas, y pensamos qué hacer con ese tomate que no se vende. Así que, de ese modo, nació la salsa”, contó Silva.
El objetivo de esta emprendedora era crear un producto que no necesitara de una cocción adicional, y que tuviera un proceso limpio, responsable.
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“Con esto pensamos en ayudar al campo, en fortalecerlo, quitar los intermediarios de los campesinos, que muchas veces no pagan bien, y crear esa posibilidad de darles una mejor opción”, argumentó.
Proceso de cocción
El proceso para obtener esta salsa es largo, pero sobre todo consciente. “Lo primero es el lavado y la escogencia del tomate, elegir los más aptos para la salsa”, explica.
Al picar los tomates, cuenta Silva, que los restos de este proceso de picar, en material orgánico se están usando como compostaje.
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Por lo que las ‘cascaritas’ del tomate, del pimentón y otros ingredientes terminan sirviendo de utilidad para nuevas plantas.
Una de las técnicas que usa esta ingeniera industrial para darle un sabor especial a su salsa es poner al fuego los pimentones para que “el sabor sea más fuerte”, dice.
En ese sentido, la mujer los pone sobre el fogón mientras su recubrimiento se pone de color negro, posteriormente retira esta tela y los empieza a picar, quitándoles ‘las venas’, como ella le dice.
Este proceso de picado es el más importante de la salsa, y Silva lo realiza con sumo cuidado: un gorro le cubre el cabello, un tapabocas y una bata que permite que sea un proceso inocuo, es decir libre de infección.
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Así las cosas, la segunda parte consiste en la cocción, en el tiempo en que se espesa, se enfría y se pone en la nevera.
“Si la salsa está destapada su duración será un mes y medio, pero si se mantiene cerrada dura 2 años”, dice.