Ante la ausencia de un puente peatonal, que de construirse le solucionaría los problemas de movilidad a una población cercana a los diez mil habitantes del Cerro de Morrorrico, el vecindario le apostó a la ingeniería criolla y acondicionó en la zona una singular tarabita en esta ladera oriental de la meseta.
¿Qué es eso? Algunos aseguran que es una especie de ‘teleférico primitivo’, de esos que se utilizan en ciertas regiones accidentadas. Se trata de una canastilla de madera, algo desvencijada por cierto, que está sujeta a un cable por medio de una polea y con un fuerte lazo. Con ella, los allí residentes logran transportar maletas; bolsas de cemento, piedras y arena para obras de construcción; así como mercados, almuerzos e incluso cestas de basura.
En casos extremos ha sido la fórmula más rápida, aunque no la más segura, para movilizar a personas enfermas o en situación de discapacidad que requieren de los servicios de urgencia, dada la difícil topografía de la Comuna 14.
La tarabita, que está ubicada en el barrio Limoncitos y comunica con el popular sector de Miraflores Bajo, pende de un cable de 700 metros de largo y cruza sobre un abismo de cerca de 400 metros de altura, que no es otra cosa que la cañada de la Quebrada La Flora.
Cuco, como le dicen al líder cívico José María Rodríguez, asegura que este rústico sistema de movilidad “se hizo tras una recolecta en la que participamos todos los vecinos para garantizar mayor agilidad a la hora de movilizar materiales, trasteos y desechos, entre otras cosas. Por ello no cobramos ni un peso”.
Isaac Vera, otro de los creadores de la iniciativa, reitera que “la guaya se instaló para facilitarle el acceso a la gente. Es que nuestras casas están unas sobre otras y no hay suficientes caminos y las pocas graderías que hay son muy empinadas”.
“Ha sido la mejor solución y la más viable, ya que han pasado casi diez alcaldes y ningún gobierno se ha dignado a construirnos un puente peatonal que haga más fácil el acceso a nuestros hogares”, señala Gilma Domínguez, quien reside allí desde hace más de 35 años.
Los barrios que conforman la zona de Morrorrico, entre los que se encuentran Limoncitos y Miraflores Bajo, se asemejan a un ‘castillo de naipes’. Para acceder a estos predios, la comunidad está obligada a atravesar empinadas gradas y en muchas ocasiones solo hay caminos de atajo. Lo que puede demorar más de media hora de camino, con la tarabita se resume a poco más de 5 o 10.
“Los señores del gobierno deberían ser conscientes de las necesidades que tenemos aquí. ¿Por qué no nos construyen un puente peatonal? Con la guaya solo buscamos progresar y solucionar nuestros problemas de movilidad y sin esperar nada de nadie. Los politiqueros solo vienen en campaña y después nos dejan viendo un chispero”, recalca Hyldene Vera, una de las residentes en Limoncitos.