Primero, un abuso sexual por parte de paramilitares lo marcó cuando aún era un niño y, más tarde, cuando apenas iba a cumplir 18, otra violación por parte del Eln lo obligó a abandonar el campo y desplazarse a Bogotá.
Y no fue el único. Pese a que la inmensa mayoría de víctimas de violencia sexual que han denunciado son mujeres, las violaciones individuales y colectivas también afectaron a los hombres como una forma de marcar territorio y mostrarle poder al enemigo.
“Una vez más, las prácticas machistas afectaron al país, pero en este caso a los varones, que nos cuesta un montón reconocer el abuso, porque va en contra de lo que nos enseñaron como masculinidad”, le dijo a El Colombiano Joel, quien se tardó una década en contar lo que le pasó y buscar a la justicia.
Como él, el Registro Único de Víctimas (RUV) ha establecido en Colombia (con corte a febrero de 2022) 34.209 víctimas de violencia sexual. Pero la cifra sigue creciendo.
De ese total, están acreditadas una mayoría de mujeres correspondientes a 31.303 casos, y una cifra mucho menor, pero no menos impactante, de 2.906 hombres que representan el 8% de los abusos.
Pero, ojo, que el mismo RUV advierte (con base en los informes y estadísticas de su Oficina Jurídica), que “el bajo número de declaraciones recibidas asociadas a este hecho victimizante por parte de hombres no refleja la realidad del conflicto armado interno, sino que, por el contrario, es la muestra de la problemática frente a la falta de reconocimiento de la victimización masculina”.
El informe ante la JEP
En ese conflicto de más de 50 años ningún grupo armado se quedó al margen de las agresiones sexuales. “Acá no se salvó nadie: violaron las guerrillas, violaron los grupos paramilitares y violaron los integrantes de la Fuerza Pública. Todos aportaron a engrosar esa cifra de hombres que se tardaron tanto en hablar”, dice Ángela María Escobar, coordinadora de la Red de Mujeres Víctimas y Profesionales y miembro de la Junta del Sema, una red a nivel mundial de sobrevivientes de violencia sexual.
Con la ayuda de Escobar y otras mujeres que estuvieron en su misma situación, la Unidad de Investigación y Acusación de la Jurisdicción Especial para la Paz empezó a citar a hombres que se consideraran víctimas de ese delito.
Una funcionaria de la JEP admitió que no creyó que fueran a llegar muchas personas, pues en anteriores escenarios habían preguntado por ese tipo de victimización y solo habían recibido silencio.
Pero fue al revés. Esa cita, que había empezado con temor a no hallar nada, terminó reuniendo a más de 80 hombres que se encontraron para hablar de sus abusos, realizar denuncias colectivas ante la Fiscalía y aplicar al Registro Único de Víctimas para seguir dimensionando la realidad de las afectaciones masculinas.
Sin embargo, para algunos aún es difícil hablar de lo sucedido o contarlo a nombre propio. Otro de los hombres que participó en el informe habló con este diario y pidió que se reservara su nombre. “Le cuento a usted porque me parece justo que otros sepan que no solo les pasó a ellos, pero mi esposa aún me pide que no hable de eso”, dijo.
Su historia data del 2004 y marcó un antes y un después en su familia. La entonces guerrilla de las Farc asesinó a su hijo y luego lo obligaron a ver cómo violaban a su esposa mientras ella veía como lo violaban a él.
De ese modo, él fue doblemente víctima, pues el RUV agrupa a por lo menos tres tipos de violencia sexual en el caso de ellos.
De esos 2.906 hombres que ha identificado, la mayoría fueron violentados sexualmente por ser informantes de los grupos armados enemigos, por no querer cooperar o colaborar con información o por no seguir órdenes dentro de los grupos armados cuando eran sus combatientes.
En fracciones más pequeñas, la Unidad de Víctimas también contabiliza como tales a algunos hombres que nacieron a raíz de un delito de violencia sexual o que fueron obligados a presenciar violaciones contra mujeres u otras personas, pues se estima “un daño psicológico y social irreparable”.
De los 75 hombres que participaron en el informe ante la JEP, Toscano estima que 20 % de ellos padecieron los abusos cuando aún eran menores de edad y que alrededor del 30 % del total ahora se identifican como miembros de la comunidad LGTBIQ+.
Los mayores victimarios, según ese grupo de víctimas, fueron las Farc, el Eln, la Fuerza Pública y los paramilitares, todos ellos (según concluyó el informe) con una sevicia más marcada hacia los hombres pobres y rurales.
Por ahora, la Jurisdicción Especial para la Paz tiene en sus manos evaluar todos los relatos que presentaron las víctimas con los exmiembros de los grupos armados por los hechos que se denuncian.
Por eso, tanto hombres como mujeres le siguen pidiendo a la justicia transicional que abra un macrocaso dedicado a estudiar los abusos sexuales como un hecho sistemático que se perpetuó para demostrar poder y violentar a las víctimas con el pretexto de la guerra.