No son claras las razones por las cuales Gil, oriundo de Barrancabermeja, se encontraba en ese sector que enfrenta una tensa situación de orden público. Pero al entrar allí firmó su sentencia de muerte.
De noche, los residentes de la zona se estremecieron al escuchar estallidos de arma de fuego ‘hasta el cansancio’.
Todas y cada una de esas balas – en total 32 – atinaron la humanidad de Gil Álvarez. Es más que evidente que querían dejarlo sin oportunidad alguna de supervivencia.
Lo llevaron al hospital.
Pero no fue sino hasta que la luz del día siguiente les dio seguridad a los habitantes para transitar de nuevo, que encontraron el cuerpo ‘agujereado’ de René sobre la vía terciaria que comunica con el corregimiento de San Blas.
El cadáver vestido de buzo negro, jean y tenis, yacía de costado en la tierra, con un brazo extendido hacia adelante y el otro doblado hacia atrás bajo su peso.
Además del asombro por la desconcertante cantidad de heridas, la comunidad miraba a René con detenimiento esperando reconocerlo… pero nadie lo pudo identificar. No era de los propios del lugar.
Aún así, los residentes lo levantaron y lo trasladaron hasta el Hospital San Antonio de Padua de Simití, hacia las 10:20 de la mañana solo para que los médicos pudieran dictaminar de manera oficial su muerte.
¿Qué pasó?
Luego del macabro hallazgo, la Policía y los investigadores de la Sijin se presentaron en el sector para entrevistar a la comunidad en busca de pistas.
Del pasado de Gil Álvarez se conoció que contaba con anotaciones en el sistema Spoa por lesiones personales. Sin embargo, las dudas son más que las certezas.
No se sabe si ese delito esté relacionado con su muerte, ni la razón de su presencia en Monterrey donde nadie lo distinguía y por donde se mueve el bloque ‘Héroes y Mártires de Santa Rosa del Sur’ de la guerrilla del Eln, según las autoridades. ¿Por qué lo acribillaron?
