El color de aquel cráneo humano y otro hueso que lo ‘acompañaban’ se alcanzaban a confundir un tanto con el barro durante la calurosa mañana.
Aún más al estar a medio envolver en una especie de bolsa sucia y desgastada, que – según especulaban los testigos – habría contenido estos restos óseos en el sector conocido como ‘El Arenal’.
Pero el ojo agudo de los habitantes no dejó pasar desapercibidas aquellas partes humanas y pronto la voz corrió: había un muerto en el río.
La disminución del caudal en el Magdalena se había encargado de sacar a tierra firme esta muerte que por algún tiempo habría permanecido en secreto.
A la llegada de los curiosos le siguió el equipo de Criminalística que procedió con la inspección del cráneo así como de los demás huesos para su levantamiento.
Los uniformados además recorrieron el perímetro para confirmar si había otros despojos o alguna pista que ‘hablara’ por aquella persona en su silencio eterno.
No obstante, con más incertidumbres que respuestas, entregaron los huesos a Medicina Legal mientras la identidad del fallecido quedó a la espera de los exámenes de peritos expertos para ser descubierta. La ‘tarea’ apenas comienza.