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Reabren el bar de música para planchar más famoso de Bucaramanga

Por la pandemia, Don Saúl cerró su bar. El pasado viernes 3 de diciembre lo abrió nuevamente, pero esta vez con un nuevo nombre: “El Último Romántico”.

De niña, cuando mi mamá sacaba las ‘montañas’ de ropa limpia que debía planchar para la semana, no podía faltarle su radio con el dial sintonizado en la emisora por la que solo programaban música romántica de los 70’s y 80’s.

Canciones de Yuri, Los Bukis, Nicola Di Bari, Amanda Miguel, Nino Bravo, Pimpinela y muchos más de esa época, nos acompañaban en la jornada mientras yo me sentaba junto a ella para verla y oírla cantar mientras la ropa quedaba perfecta.

Quizá por ese quehacer, que en miles de hogares de Latinoamérica estuvo siempre bien acompañado de música, a este género decidieron bautizarlo como ‘música para planchar’. Y aunque muchos toman este apodo como burla, se ganó la admiración de todos y se ha mantenido a lo largo de los años.

Se podría pensar que el género ha ido desapareciendo, pero nada más lejano a la realidad. Mientras el reggaetón, la electrónica, el trap y muchos otros géneros de ahora ‘reinan’ en la industria musical, la ‘plancha’ se niega a morir gracias a sus fanáticos que, aprovechando la era digital y su facilidad para encontrar todos sus amados temas en internet, no se despegan ni olvidan de cada uno de los artistas y éxitos que los acompañaron en sus épocas doradas.

Y si alguien ama y conoce a profundidad este género, es don Saúl Pérez Macías, un melómano empedernido quien desde el 2012, junto a algunos socios, abrió el exitoso bar “Los años maravillosos”, un establecimiento ubicado sobre la carrera 33 entre calles 34 y 35 de Bucaramanga, al que asistían adultos ‘maduros’ para tomarse sus cervecitas heladas, cantar y recordar con cada uno de los temas que allí sonaban.

¿Cómo surgió esa idea?

Pérez Macías, de 61 años, contó que “en el 2012 me fui para Cali y allá empecé a ir a negocios de esta línea. Entraba, miraba vídeos y todo lo que tenía que ver con esta música y yo dije, eso tiene que ser algo muy novedoso en Bucaramanga. Cuando regresé, seguí con esa idea; me compré un disco duro, compré vídeos, empecé a descargarlos y yo me prometía que algún día tenía que tener un negocio de esos en la ciudad porque me parecía algo novedoso”.
Con el negocio duró ocho años. Todos los días recibía a sus clientes con su buena música y poco a poco se fue convirtiendo en el sitio icónico de los señores de antaño de la ciudad.

“Es para un público totalmente distinto. Si vamos a mirar, en Bucaramanga son muy escasos los negocios de esta música y hay mucha gente amante del género. Incluso, a mí me sorprende que al bar llegaban muchos jóvenes de 20 años en adelante. Eso deja ver que fueron criados con esta música. Es muy bonito saber que no dejan morir el género y que probablemente continuarán mostrándoselo a las futuras generaciones”, agregó don Saúl.

La crisis lo golpeó

Pero llegó la pandemia. El 2020 fue probablemente el año más nefasto para la economía –además de la salud- en el mundo. Don Saúl, como miles de trabajadores del país, con dolor tuvo que cerrar su negocio. “Nos tocó entregar el local y todo se puso muy duro por la pandemia. Cuando se anunció la reactivación, yo pensé que podríamos volver como antes, pero para reabrir empezaron a apretar mucho por los horarios, los arrendatarios empezaron a exigir más con fiadores y muchos requisitos. Entonces yo empecé a buscar, a hablar con amigos y a mirar cómo hacía. Mis clientes y amigos me decían que desde que cerramos, no tenían a dónde ir para escuchar algo así, me acosaban por abrir”, añadió el bumangués.

Y la presión surtió efecto. Gracias a los contactos que logró y las ganas de volver a recibir a sus queridos clientes, don Saúl abrió nuevamente las puertas de su bar. Sin embargo, ya no se llama “Los Años Maravillosos”. Su nuevo nombre es “El Último Romántico”, llamado así por la famosa canción del italiano Nicola Di Bari.

“Este año, en marzo o abril, dije tenemos que abrir de nuevo como sea. Hablé con mi compadre Guadit Navarro y nos pusimos de acuerdo para volver a funcionar. Y gracias a Dios lo hicimos. El bar está junto al antiguo local, en el segundo piso de “La Tienda de Diomedes” (La Ventana Marroncita). Acomodamos todo, independizamos entradas y aquí estamos cumpliendo todas las normas de bioseguridad”, apuntó.

El pasado viernes 3 de diciembre fue su inauguración y en este reencuentro no faltaron las caras sonrientes, los abrazos y la buena música. Llegaron para quedarse, dijo don Saúl. “Esta es la continuación de “Los Años Maravillosos”. Lo que cambió fue el nombre pero la esencia es la misma. Es más, ahora hay más música, más vídeos nuevos y más ganas de atenderlos”, finalizó.

Así que si quieren volver a recordar, cantar y pasar un rato repleto de buena energía, visite la nueva casa de la ‘música para planchar’ en Bucaramanga.

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