En plena jornada laboral, Castro Ríos vio muy de cerquita su final cuando un alud de tierra se le vino encima, en una construcción en el sector de Acuasan en San Gil, por la vía al aeropuerto.
Después de escuchar el estruendo por el movimiento de tierra, sus compañeros corrieron a auxiliarlo presagiando lo peor para él; pero la providencia divina lo acompañó con un milagro.
Aunque estaba cubierto desde los pies hasta uno de los hombros, el otro hombro y su cabeza estaban libres, respiraba, hablaba con la esperanza de ver un mañana.
Sin embargo, mientras cuatro personas usaban palas y manos para liberarlo pronto, se mantenía la amenaza de que uno de los costados de la zanja donde se encontraban se les fuera encima durante el rescate.
La tensión casi se podía palpar en las nerviosas voces de los obreros; lo último que necesitaban era que otro alud les robara la segunda oportunidad que había recibido aquel obrero.
Por eso agilizaron tanto como pudieron, liberaron primero su torso y luego sus piernas, con lo cual pudo salir dando pasos un poco torpes y todos se retiraron del lugar inestable.
Ya en una zona más segura, el sobreviviente fue atendido por paramédicos de una ambulancia de AsisMedic y puesto en una camilla naranja, a pesar de que no mostraba heridas de consideración, era necesario que permaneciera quieto mientras descartaban consecuencias mayores en el hospital de San Gil. ¡La sacó barata!