Su oficio era ser carpintero, pero hace 36 años sus planes cambiaron. Por motivación de un hermano, Antonio Ramón Carvajal Carvajal decidió ‘aventurarse’ en el mundo de los relojes.
El amor por este arte se fue construyendo a medida del tiempo, ya que, por un problema de salud, no tuvo otra opción que dejar la carpintería a un lado y dedicarse, completamente, al arreglo de relojes, una profesión que se adecuaba a su nuevo estilo de vida.
«Hay que tener ganas para ser relojero, que le guste a uno la cuestión. Hay que colocarle amor al trabajo», de esta forma define Ramón el oficio que lo acompaña en su diario vivir.
Aunque el reloj se ha convertido en un accesorio usual en las personas, los avances tecnológicos reemplazaron su implementación con artículos como el celular; sin embargo, esto no fue impedimento para que Ramón continuara plasmando su arte, pues afirma que «la relojería se ha mantenido fuerte. Las personas siempre acuden al arreglo de su pila o pulso».
«Aun así, este arte ha cambiado mucho. Antes la relojería era mecánica y de cuerda, ahora apareció el reloj de pila, lo que hace el trabajo más práctico».