Todos los componentes dan para escribir un buen guión. Pasaban las 7:00 p.m. cuando los dos protagonistas se dirigían desde el casco urbano de Puerto Wilches hacia su vivienda. El muchacho que usualmente los transporta ese día no lo quiso hacer y nos les quedó más remedio que emprender la travesía a pie, por un camino deshabitado y boscoso, en una ruta que les tomaría una hora y media de camino.
Ya en camino, Yalery y su hijo divisaron a dos hombres estacionados con su moto metros más adelante. Con el credo en la boca, la madre solo pensó que eran ladrones.
“La sangre de Cristo tiene poder, Señor cúbreme con tu manto”, fue lo único que pudo decir Yalery antes de meterse entre los árboles con el niño, para resguardarse.
Allí estuvieron más de una hora, pero sin la certeza de que el peligro había pasado decidieron entrar más hacia las plantaciones de palma que abundan en la zona y pasar la noche bajo una de estas plantas, para resguardarse de la lluvia que a esa hora cubría Puerto Wilches.
Fue en ese momento cuando la señora, pensando lo peor, tomó su celular y llamó a su esposo, alcanzó a cruzar con él unas pocas palabras, pero la mala suerte sabe cuándo actuar y se le apagó el móvil.
“Como a las nueve y media de la noche el esposo nos alertó de la situación y emprendimos la búsqueda en la zona, después de avisarles a la autoridad competente”, comentó Salvador Corredor, voluntario de la Defensa Civil en Puerto Wilches.
Mientras tanto, en medio del cansancio, Yalery y su hijo pasaban la noche entre el miedo, el frío y el peligro de ser mordidos por culebras y otros animales, propios de los cultivos de palma.
“A la 1:00 de la madrugada se nos unió la Policía y el Ejército, la zona es de difícil acceso, los carros se quedaban enterrados. Como a las 5:00 de la madrugada salimos a la carretera a tomar café y cambiarnos la ropa para seguir buscando. Cuando íbamos a regresar ya ella venía para la carretera, como a las 5:45 de la mañana”, indicó el rescatista.
Yalery y su hijo retornaron a su casa, en buen estado de salud, con algunas picaduras y en shock por el trauma sufrido durante su travesía.