David Werking, residente en Indiana, había demandado en 2019 a sus padres, Paul y Beth Werking, por arrojar a la basura la colección de películas y revistas pornográficas que guardaba en cajas cuando tuvo que mudarse temporalmente a vivir con ellos a su vivienda de Grand Haven, en el estado de Michigan.
El juez encargado del caso, Paul Maloney, falló en favor de David Werking y señaló que sus padres no tenían autorización ni derecho para destruir el material pornográfico para adultos de su hijo.
«No hay duda de que la propiedad destruida pertenecía a David (…) y que los acusados admitieron haber destruido la propiedad», indicó Maloney.
En las alegaciones de la demanda, Werking señala que nada del material pornográfico que poseía era de naturaleza ilegal y que cuando reclamó a sus padres sus objetos le respondieron que los habían destruido todos.
En un seco intercambio de correos electrónicos en 2018 con su hijo, Paul Werking le reitera que «habían contado 12 cajas de mudanza llenas de pornografía y dos cajas con ‘juguetes sexuales'», y que ese día había comenzado a destruir todo el material, algo que, dice, les tomó bastante tiempo.
«Francamente, David, te hice un gran favor deshaciéndome de todo ese material por ti», le dice.
Posteriormente, en un conversación telefónica con un agente de la oficina del alguacil de esa localidad, el padre no tuvo ningún problema en admitir que, efectivamente, «había destruido y desechado» la colección de pornografía de su hijo.
«Lo creas o no, una de las razones por las que destruí tu pornografía fue por tu propia salud mental y emocional», escribió a su hijo, como se lee en la demanda en la que se valora la colección en 28.940 dólares.
Según consta en un reporte policial, Beth, la madre de David, había advertido a su hijo antes de que se mudara que no trajera nada de su material pornográfico a la casa, una advertencia que no cumplió.
Meses después, al mudarse a Indiana y solicitar el envío de sus pertenencias, la madre descubrió en la revisión una gran cantidad de pornografía de su hijo.
El matrimonio, muy molesto, no envió las cajas con pornografía a la dirección de su hijo en Indiana; por el contrario, como no estaban dispuestos a guardar ese material en su casa decidieron destruirlo.