Ante un nuevo accidente en la avenida Ragonessi, habitantes de San Gil solicitan la construcción de la variante.
Esta vez, una turbo con placas SPT-093 que había salido de Lebrija a Bogotá con una carga de piña, terminó volcada sobre la vía no sin antes golpear a un carro rojo. El vehículo de carga, con dos personas, al parecer se quedó sin frenos.
Por fortuna, los ocupantes de los vehículos solo sufrieron lesiones leves, sin embargo, sí hubo cuantiosos daños materiales.
Al lugar acudieron unidades de bomberos, policía y funcionarios de la concesión vial para atender la emergencia.
La comunidad sangileña y habitantes del sector continúan denunciando el riesgo, y piden agilidad y cumplimiento en la construcción de La Variante, así como obras de mitigación de la alta accidentalidad, como rampas de frenado, y demás mecanismos que den seguridad a conductores y usuarios de la vía nacional.
Se espera que cuando esté construida la variante los carros pesados no pasen por el sector de Ragonessi.
Cabe recordar que en los últimos 20 años, la accidentalidad en ese sector de El Derrumbe, ingreso a San Gil, ha dejado 14 muertos y 29 heridos.
Los 1.800 metros de descenso finales en el trayecto Bucaramanga-San Gil son un verdadero calvario, especialmente para los conductores de vehículos pesados que pierden con facilidad el control de sus automotores, un hecho que casi siempre termina en tragedia.
Los accidentes son tristes y evitables, dice Wilson Velásquez, comandante del Cuerpo de Bomberos Voluntarios de San Gil. Este hombre lleva, se puede decir, toda una vida atendiendo incidentes en este tramo vial, por donde ha tenido que maniobrar también con los vehículos de emergencias.
Los muertos no los tiene en su cabeza, pero las causas de los accidentes sí. “A todos les falla el sistema de frenos. Usted ve y cuando bajan las llantas de algunos echan humo”, confiesa, preocupado por la falta de medidas para remediar esta situación que puede seguir dejando víctimas mortales.
En la memoria de los sangileños el accidente más impactante fue el ocurrido en enero de 2017, en el que un camión descontrolado ocasionó la muerte de cinco personas, dejó otros 15 heridos y afectó una decena de vehículos. Este fue justamente el que hizo que toda los actores de la sociedad se movilizarán para solicitar al Gobierno Nacional el proyecto de la Variante de San Gil, hoy en construcción con una inversión cercana a los $183.000 millones.
Sin embargo, esta vía seguirá usándose por todos mientras se termina dicha construcción y después también continuará en uso, por eso preocupa que después de tantos muertos poco o nada haya cambiado. “La señalización es muy deficiente y no hay un punto de información donde los vehículos de carga se detengan un momento a enfriar los frenos”, lamentó el socorrista.
El jefe de bomberos explicó que se pidió un punto de control para los accidentes y ahí se hace de todo, menos eso.
Ese mismo punto era el que el pasado 11 de septiembre no estaba funcionando cundo un furgón terminó estrellado en el sector del Ragonessi, con dos de sus ocupantes muertos y el otro herido atrapado entre las latas.
“Necesitamos un punto civil que sea para prevenir accidentes”, dijo el comandante, haciendo referencia al control que cada ciertos días hace la Policía de Carreteras de Santander, cuyo objetivo principal no sería este.
En la actualidad, dicha obra presenta retrasos.