Uno de los principales problemas en la educación, especialmente de las zonas rurales, es el mal estado de las sedes educativas. San Gil no es la excepción a una realidad nacional y los rectores, con los recursos institucionales, no tienen la capacidad financiera para dar solución a las diferentes situaciones.
Baterías sanitarias dañadas, deficiencias en el servicio de agua, techos y muros en malas condiciones, son las principales quejas hechas por los docentes durante hace varios años y que en la pandemia, como parte de las exigencias para regresar a las aulas, se acrecentaron por parte de las comunidades estudiantiles.
En la Institución Educativa Chapala y cada una de sus sedes rurales, según un balance hecho hace algunos meses, se identificaron problemas de desplazamiento de suelos en institución de Guarigua Alto, las grietas en Montecitos, la problemas de energía eléctrica e infraestructura en El Volador, los techos cayéndose en un sector de la sede principal en Chapala, entre otros daños.
En esa evaluación se determinó que las escuelas rurales con algún riesgo para los alumnos son El Volador, Las Joyas, Montecitos Alto, Montecitos Bajo, Guarigua Alto, La flora y una parte de Chapala.
Ortiz agregó que otra queja frecuente en las zonas rurales es la falta de cobertura de internet, un servicio en el que la alcaldía o los rectores pueden hacer muy poco.
No hay plata
Frente al reto que representa poner en condiciones cada una de las sedes educativas rurales del municipio, Ortiz fue enfático en aclarar que aunque tiene toda la disposición, no hay recursos suficientes.
El primer mandatario de los sangileños recordó que al ser un municipio no certificado, los recursos para el tema educativo dependen en gran medida de la Gobernación de Santander.
Así mismo, aclaró que en las diferentes obras en los colegios: cubiertas, nuevos salones y otras obras de mitigación, se están invirtiendo cerca de 6.000 millones directamente en los colegios desde la administración municipal.