Tan pronto como aprendió a coser, gracias a la ayuda de su tía Romelia Silva, Libardo Silva Vélez empezó a soñar en grande a tal punto de llevar sus diseños a las principales capitales del país.
Antes de ser conocido como ‘el man de los carros exóticos’, ‘el hombre de Dios’ o ‘el de la ropa ancha’, Libardo era un apasionado de la escena urbana en Cúcuta. Su crianza se llevó a cabo en barrios como Tasajero y alrededores, por eso desde ‘tochecito’ empezó a expresar lo que sentía mediante el rap y el reggaeton.
Así es como a los 14 años se vinculó al proyecto musical Melao con Plomo. Precisamente el tema No sueltes mi mano fue un himno del género en tierras fronterizas y a sol de hoy la canción cuenta con 36 mil vistas en YouTube.
Aquí puede ver la canción en YouTube.
Al final del tema los dos autores firmaron como Libardino y Antonino, de esta unión resultó una gran amistad que duró hasta que la muerte se llevó a Antonio. Mientras que su compañero de rimas tendría un destino completamente distinto.
“Hace 18 años me mudé a la casa de mi tía a Bucaramanga, en esta ciudad llegué sin un trabajo, pero tan pronto llegué me le medí a ser conductor, domiciliario, vendedor ambulante y lo que saliera” reveló, entre sonrisas, el reconocido diseñador de ya 40 años.
Al ver que su familiar duraba gran cantidad de horas sentada en la máquina de coser de la casa, él ofreció su ayuda y tan pronto le cogió el tiro. Quien cosía en la casa era el jóven recién llegado de la capital de Norte de Santander.
Cuando se cansó de trabajarle a otros y tener que realizar entregas de más de mil unidades a precio de ‘huevo’, de la máquina de coser comenzaron a salir prendas con el toque único de Libardo.
Colores vivos, texturas estrafalarias y un tallaje más grande de lo establecido es lo que propone su ropa, la cual se empezó a confeccionar en un humilde taller de Villas del Norte en la comuna uno de Bucaramanga.
En los primeros años de la marca de ropa, su creador ejerció de ‘todero’ debido a que él diseñaba, buscaba las telas confeccionaba y hasta salía a buscar los clientes, así lo reveló “Yo me acuerdo que iba a todos los sanandresitos a ofrecer mi ropa al por mayor. Lo de manejar negocios creo que lo heredé de mi padre quien dedicó gran parte de su vida al transporte de mercancía entre Cúcuta y Bucaramanga”.
Tras años de prueba y error junto a incansables jornadas de ‘camello’, el personal de la empresa textil pasó de ser una persona a necesitar decenas de mano de obra. Y gracias al uso de redes sociales para generar impacto en la ciudad, Libardo pasó de ser un emprendedor a ser llamado ‘influencer’ y recibir grandes propuestas para expandir su disruptiva visión de la moda a ciudades como Cartagena, Medellín, Cali, Barranquilla, San Andrés Islas y Bogotá.
Ahora, el ritmo de vida de este cucuteño consiste en viajar a distintas sucursales a nivel nacional, atender clientes por videollamadas y tener ‘a la pata’ a diversos empleados que van tras él diciendo: “Libardo, por favor firme aquí”. El tiempo puede tenerlo tan limitado por sus múltiples proyectos, que hasta los 20 minutos de una entrevista los toma como un pequeño descanso en medio del ajetreo diario.
Eso sí, con cuatro décadas de vida, aún conserva ese deseo juvenil de seguir creando, desde ropa hasta esculturas o incluso autos de alta gama como un Lamborghini, el cual se retó a hacerlo desde cero y con sus propias manos.
Ese proceso de transformación de automóviles le sirvió para que en redes sociales como Instagram o TikTok se comenzara a hablar de su visión ‘extraña, pero atractiva’.
Al ver que las redes podían ayudarlo a crear un marca personal global, se lanzó ‘de cabeza’ en 2022 y dicha decisión le ha dado resultados así lo cuenta él mismo: “El último año y medio hemos estado ‘muy pegados’ en redes sociales y eso ha hecho que me busquen de lugares donde no tenía pensado realizar grandes negocios. Creo que he sido de los pocos empresarios de la ciudad que en serio ha podido explotar el potencial de ser viral haciendo lo que me gusta: ser diferente”.
Tras casi 20 años de haberse mudado al pequeño apartamento de su tía, conocer a su actual amor de su vida, vincular a gran parte de su familia al negocio y convertirse en padre de ocho hijos, puede decirse que Libardino es un hombre completamente nuevo, un hombre de Dios, frase que está tatuada en su cuello.
Redacción: Felipe Jaimes Lagos.