A la expectativa del inicio de clases de la próxima semana, rectores y docentes de escuelas y colegios del sur de Santander viven su propio reto, porque así quieran volver a clases, la infraestructura de los centros educativos se presenta como un inconveniente.
Se conocieron algunos casos de instituciones que durante la pandemia anunciaron el notable deterioro en el que estaban y, tras un año de parálisis, pocas cosas cambiaron o apenas están en proceso de transformación.
Chanchón y las promesas rotas
En una carta enviada a cada uno de los 15 niños que asisten a la escuela rural El Chanchón de la Institución Educativa Verdín, el presidente Iván Duque se comprometió a buscar recursos para la reparación de la pequeña estructura educativa y nada pasó. Durante la pandemia, desde la institución se hizo un nuevo llamado a las autoridades nacionales, departamentales y locales, pero de nuevo, nada sucedió.
De los dos salones, uno está casi sin techo. Lo único que cambió en las última semanas fue la construcción de dos baños por parte del Club Rotario, contó la docente Janneth González Pérez, que está a la espera de la decisión de los padres de familia de si mandan o no a los pequeños en estas condiciones.
De las seis sedes que tiene el colegio Verdín, todas tienen problemas de infraestructura, especialmente en La Culebra en donde no hay agua.
En Pomarroso no hay sede
La sede B del Colegio Nuestra Señora de Fátima en Jordán no existe. Antes las denuncias por el decadente estado de la infraestructura en la vereda Pomarroso, la alcaldía de Jordán intervino recientemente y con ayuda de la comunidad se demolió la estructura.
La promesa es que en unos tres meses tendrán dos salones nuevos, batería de baños y cocina, explicó la docente Yorlady Villanueva.
Por ahora, mientras se hacen las obras que venían siendo exigidas desde 2017 cuando se declaro la calamidad pública en la locación, los alumnos deberán mantenerse en virtualidad porque no hay en donde recibir clases.
Acosados en el Universitario de Vélez
Con cerca de 500 estudiantes las directivas del Colegio Universitario de Vélez hacen cuentas para adecuar toda la oferta educativa en los ocho salones disponibles de una especie de sede alterna. La edificio principal fue sellado por el mal estado de paredes, techos, pisos e instalaciones eléctricas en diciembre de 2020 y está a la espera de un proceso de intervención que debe ser aprobado por el Ministerio de Cultura.