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Diana Suárez, la sicaria que fue condenada a 25 años de cárcel

La mujer fue hallada responsable del asesinato de un hombre, en medio de este ataque dejó herida a otra persona.

En un fallo histórico y poco común en el ámbito judicial colombiano, una mujer fue sido condenada por actos de sicariato. Diana Isabel Suárez Amaya fue sentenciada a 25 años de prisión por un juez de conocimiento, tras ser encontrada responsable del homicidio de un hombre y el intento de asesinato de una mujer, en el parque Bolívar de Medellín.

El expediente revela que el 23 de enero del año pasado, Suárez Amaya, actuando como parrillera en una motocicleta, disparó contra Daniel Alberto Otálvaro Casas, de 38 años, y una mujer, de 31. Tras el ataque, ella y el conductor de la moto abandonaron el vehículo en un parqueadero cercano y abordaron un carro con el objetivo de evadir a las autoridades.

Sin embargo, su plan fracasó y fueron interceptados en el municipio de Itagüí. En su poder, la Policía encontró un revólver con seis cartuchos, tres de los cuales ya habían sido disparados.

Suárez Amaya, de 24 años, fue condenada por los delitos de homicidio agravado, tentativa de homicidio agravado y porte ilegal de arma de fuego de defensa personal. Por el mismo crimen, el conductor de la moto, Víctor Alejandro Parra Carmonia, ya había sido condenado a 18 años de prisión tras llegar a un preacuerdo con la Fiscalía.

Casos en los que una mujer actúa como sicaria son inusuales en Colombia, donde las estadísticas muestran un predominio masculino en este tipo de delitos. La figura de la mujer sicaria se popularizó en el cine con “Rosario Tijeras”, basada en el libro de Jorge Franco, que relata la vida trágica de una joven que se dedica a los asesinatos por encargo.

Hace dos años, las autoridades habían registrado un caso similar con una presunta sicaria venezolana, conocida como “la negra”, capturada en el municipio de Mariquita. Esta mujer era sospechosa de cinco homicidios y un intento de asesinato en el departamento del Tolima. Su modus operandi incluía disfrazarse de hombre, recogiendo su cabello, usando gorras, gafas y prendas masculinas para pasar desapercibida.

Estos casos, aunque raros, subrayan la complejidad y diversidad del crimen organizado en Colombia, y la creciente participación de mujeres en roles que históricamente han sido dominados por hombres.

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