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Así operaba el pastor Luis Ramón, señalado de haber abusado a más de 40 mujeres

En los últimos cinco años, más de 40 mujeres habrían sido engañadas y abusadas por Luis Fernando Ramón, el líder religioso de la iglesia cristiana GNG en Santa Marta.

Por estos días el nombre de Luis Fernando Ramón está difundiéndose rápidamente en medios de comunicación, luego de que salieran a la luz varios testimonios que revelan un patrón de abuso de poder y violencia de género por parte de este pastor en Santa Marta, quien pertenece a una reconocida iglesia evangélica de la ciudad.

Las denuncias ante la Fiscalía revelan que, en los últimos cinco años, más de 40 mujeres habrían sido engañadas y abusadas por Luis Fernando Ramón. Las declaraciones de las víctimas han dejado a la congregación, compuesta por casi dos mil feligreses, profundamente conmocionada.

Según los relatos de las víctimas, el pastor se aprovechaba de su posición para ganarse su confianza, para luego abusar de ellas. También han salido rasgos de su personalidad, describiéndolo como una persona narcisista, violento y abusador de mujeres.

Incluso, algunas de las denuncias indican que el pastor todavía tiene material comprometedor que podría amenazar la intimidad de las mujeres, lo que ha sembrado el miedo entre las denunciantes.

Norma Vera, defensora de derechos humanos, ha tomado el caso en sus manos, brindando apoyo psicológico y legal a las víctimas. “Le estamos apuntando a que se tomen acciones judiciales contra este supuesto pastor y que igualmente se tomen medidas correctivas dentro de la iglesia”, afirmó Vera para el diario El Tiempo.

Según la defensora, el pastor tenía un perfil específico de mujeres que le atraían, que consistía en mujeres mayores de 25 años que atravesaban crisis emocionales.

“Este señor las escuchaba, se hacía amigo de ellas, y una vez ganada su confianza, comenzaba a generar propuestas de alto contenido sexual acompañadas de declaraciones de amor”, relata Vera.

Este tipo de métodos es frecuente en este tipo de abusos.

Las consecuencias para las víctimas han sido devastadoras. Muchas han experimentado crisis de ansiedad, depresión y otros síntomas de estrés postraumático. Un testimonio particularmente grave narra cómo una mujer, después de consumir una bebida proporcionada por el pastor, no recuerda cómo terminó siendo abusada sexualmente.

En medio del escándalo, el pastor Luis Fernando Ramón rompió su silencio y en declaraciones para El Tiempo admitió haber mantenido múltiples relaciones amorosas tras su divorcio, pero sostiene que todas fueron consensuadas. Según él, una influenciadora con la que tuvo una relación está detrás de las acusaciones, motivada por los celos.

“Tengo todas las pruebas, tengo audios y comunicaciones donde me decía que me iba a acabar en medio de su dolor. Es el fruto de una mujer despechada que no está midiendo consecuencias”, aseguró Ramón, quien dijo además que estaba pasando por un momento difícil, estaba débil y atravesaba una presión. A principios de este año buscó tratamiento en Bogotá.

Según la versión del hombre, la mujer recopiló ocho testimonios de otras supuestas víctimas para crear toda esta difamación. “Estoy lleno de difamaciones, ella incita a las mujeres a que me denuncien con la intención de dañarme. Ha usado su influencia para exponerme al escarnio público”, denunció.

El hombre tomará acciones legales para defender su nombre luego de que su nombre se difundiera por todo el país.

Además de esto, la comunidad cristiana de Santa Marta, a la que pertenece Ramón, se encuentra triste. Uno de los feligreses decidió hablar con el mismo diario sobre la situación actual. “Nos sentimos utilizados, manipulados de cierta manera por muchas situaciones”.

Aunque Luis Fernando Ramón sigue siendo el representante legal y presidente de la iglesia, la mayoría de los feligreses se niega a que regrese como pastor evangelizador. Este mismo año, Ramón había sido condecorado por la Asamblea del Magdalena por su contribución positiva a la sociedad a través de su ministerio religioso.

La situación ha escalado ante entidades como la Secretaría de la Mujer y organizaciones defensoras de derechos humanos, que están trabajando para que se haga justicia y se proteja a las víctimas. Este escándalo no solo ha sacudido a la comunidad de Santa Marta, sino que también resalta la necesidad de vigilancia y responsabilidad en las instituciones religiosas.

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