Si no fuera porque Gonzalo Ayala quería buscar una mejor opción al arduo trabajo en una empresa, tal vez usted no disfrutaría del auténtico sancocho de cabeza de bagre.
Tras cuatro años de casados junto a su esposa Omaira Fuentes y ya sin empleo, un ‘localito’ ubicado en el corazón del sector de El Poblado fue lo que le dio de comer a su familia.
Desde las 5:00 de la mañana, el olor a caldo de carne invadía la entrada del negocio y todo aquel que había pasado una larga noche de trabajo o rumba tenía más remedio que sentarse a ‘recargar baterías’.
También, los fritos preparados por Fuentes eran tan populares en el sector que cada vez más eran los niños que llegaban a hacer el mandado por orden de sus madres.
Dicha instrucción solía ser: “¡Vaya y traiga el desayuno donde Omeira!”. De ahí salió el nombre que cumple más de tres décadas pintado en letras blancas y de fondo naranja.
En los huesos está el sabor
Gonzalo recuerda que al iniciar su negocio contó con una gran amistad. Aunque no recuerda muy bien su nombre, sí está intacto el gesto desinteresado de un comerciante asiático que se instalaba en el parque Centenario.
Cuando el comerciante usaba toda la carne del pescado para sus preparaciones, solía regalarle todos los huesos y cabezas del bagre al dueño del restaurante gironés.
Aprovechando la gran cantidad de materia prima y el sabor que soltaban estos, el fondo de pescado le servía tanto para caldos, sancochos, guisos y múltiples platillos criollos que sólo se podían conseguir en su restaurante.
Viene hasta ‘el ministro’
Hoy en día, ‘Donde Omaira’ tiene el tamaño de tres locales juntos y se ‘camella’ sagradamente todos los días a excepción de 1 de enero, 25 de diciembre y Viernes Santo.
Y cada día hay un platillo especial para sorprender a su clientela. Aparte del caldo, también se ofrece la chanfaina, pichón, pata, carne sudada y cada cierto tiempo, la sopa de ministro.
Más de un cliente le pregunta si “¿Ya vino el ministro?” y la respuesta del administrador es que se le puede hacer por encargo.
Ya que en el local, hay una regla de oro: se le puede acomodar el plato a lo que necesite.
Ayala informa que:”Si usted no tiene los 12 mil o 13 mil pesos que vale un caldo con arepa, se le puede vender la mitad por ahí en 8 mil pesos, pero la idea es que coma bien”.
Si madruga, come bien
Las papas rellenas, empanadas de trigo, huevo cocido o papa chorreada son placeres que puede disfrutar sólo si llega a tiempo. Porque a las 10:30 de la mañana la vitrina de ‘los piquetes’ ya está vacía y limpia.
No se sabe si es la sazón de Mayerly, hijo de Gonzalo y Omaira, o el módico precio de los productos que van desde tres mil pesos en adelante.
De lo que sí hay certeza es que, a sus 66 años, Gonzalo aún se mantiene con la vitalidad de atender y vigilar que todo salga bien en el local que él mismo decoró a su antojo con sus manos.