El domingo, 21 de abril, hacia las 8:30 de la mañana Gratiniano Gélves Meneses se encontraba adelantando sus labores en una mina de la vereda La Pita, del corregimiento Las Mercedes, Sardinata, Norte de Santander, cuando el desprendimiento de una roca, le causó la muerte.
“La empresa me llamó y me dijo que si estaba sola, buscara a alguien que me acompañara, porque tenían que darme una noticia fuerte. Me dijeron que se había presentado un accidente en la mina y que mi esposo había muerto”, contó a La Opinión la compañera sentimental de la víctima.
Tras el accidente, el cuerpo de Gratiniano fue trasladado a Cúcuta, en donde le darán el último adiós. “Ese ha sido el dolor más grande que hemos sentido, porque justo el domingo uno de nuestros hijos estaba cumpliendo años”, añadió al citado medio la mujer.
Gratiniano Gélves tenía 60 años y era oriundo de Cucutilla, desde los 15 años comenzó a trabajar en las minas, según su familia, era una de sus pasiones más grandes. Lo recuerdan como un trabajador incansable, dedicado y responsable.
“Le gustaba mucho lo que hacía, con eso fue que sacó adelante a toda nuestra familia. En esa mina donde ocurrió el accidente, llevaba más de dos años trabajando, porque era muy bueno en lo que hacía”, señaló la esposa de la víctima.
Era padre de cuatro hijos y abuelo de cuatro nietos, todos fueron su adoración. “Se desvivía por todos nosotros. Nos vinimos a vivir a Cúcuta hace 14 años y él venía cada quince días. Siempre se la pasaba contento, le gustaba tocar guitarra, amaba la carranga, tenía una camisa esqueleto que nunca se quitaba, qué dolor tan grande (…)”, contó a La Opinión una de las hijas de Gratiniano.
Los seres queridos recordaron, en medio de su pérdida, que otra de las pasiones del hombre era ser sobandero.
“En el pueblito era reconocido por eso, siempre llegaban a la casa para que los sobaran y aquí en Cúcuta no dejó de hacerlo, toda la cuadra lo fue conociendo por eso”, dijo la joven.
A pesar de la lejanía en la que se encontraba y la escasa señal que hay en el lugar, los familiares cuentan que el hombre madrugaba a llamarlos, a preguntar cómo estaban y añoraba que los días pasaran rápido para regresar al hogar.