En 1996, 20 familias se arriesgaron a ocupar un terreno cercano al barrio Villa Rosa, en la comuna 1 de la ‘ciudad bonita’.
Durante un mes se enfrentaron a soldados del Ejército y a miembros del Escuadrón Móvil Antidisturbios (Esmad), hasta que se rindieron y lo desalojaron.
Así comenzó la peregrinación de ‘los destechados’, como se hacían llamar los habitantes del barrio claveriano, quienes empacaron sus pertenencias al ver los daños a la madera y las tejas de zinc que con tanto esfuerzo habían conseguido para levantar los ranchos.
Después del primer desalojo forzoso llegaron al sector conocido como Transición, etapa 1, y junto a diez padres de familia confrontaron a las autoridades una vez más.
De un lugar a otro
Marcos Higuera, líder comunitario del barrio claveriano, recuerda que: “inicialmente desyerbaron y arreglaron el terreno con ayuda de palas y azadones. Cuando por fin estaba limpio, cada uno tomó una zona y la demarcó con palos y trozos de cabuya”.
En medio de sus labores de limpieza recibían la visita de las autoridades. Hasta tres veces al día eran desalojados, pero sin miedo regresaban.
El espacio que comprende el asentamiento está compuesto por dos partes: la baja y alta.
La primera cuenta con la protección de la Corporación Autónoma Regional para la Defensa de la Meseta de Bucaramanga (Cdmb) y era considerada zona de alto riesgo hasta que se realizó el proyecto de mitigación e integración social: Parque Lineal Jardínes del Río Suratá.
El inicio a finales de los 90’s
El alcalde de la época, Carlos Ibáñez Muñoz, dimensionó el peligro que representaba ese asentamiento humano y realizó un reunión donde concluyó que no podía dar un subsidio de vivienda a tantas personas, así que demandaría a aquellos que tenían propiedades o demostraran una capacidad adquisitiva que no argumentara la permanencia en el lugar. Por lo tanto, solo quedaron 254 familias.
En 1998 realizaron un censo y para el siguiente año publicaron un listado de las familias que resultarían favorecidas, las cuales inicialmente fueron 170, las restantes lo obtendrían en los próximos años.
Ya finalizando la década el Instituto de Vivienda Interés Social y Reforma Urbana de Bucaramanga, Invisbu, comenzó la entrega de las primeras viviendas a los habitantes de la zona. Wilmer Pinto, es uno de eso primeros miembros que vinieron con toda su familia, “aquí nos alojamos mi mamá, mi abuela y mi familia. Es un lugar en el que las personas han trabajado por demostrar que puede ser un lugar honesto para vivir”.
En nombre del agradecimiento
Las más de 200 casas correspondían a un plan de subsidio de vivienda en el cual debían tener un ahorro programado de 2 millones de pesos.
No obstante, el colegio San Pedro Claver intervino y logró que se redujera a un millón 400 mil pesos, en donde los beneficiarios pagarían 400 mil pesos con cuotas módicas y lo restante lo donaría la institución educativa.
Por tal acción el colegio del barrio se llama Institución Educativa Claveriano Fe y Alegría (inaugurado en 2012), lo mismo que el barrio, Claveriano, ya que fue una las instituciones que ayudó a su conformación.
También, a este lugar, los Padres jesuitas donaron un aporte a la comunidad alrededor de unos 700 mil pesos, en ese entonces, para que cada persona tuviera su vivienda.
Eso sí, no todo es miel sobre hojuelas, debido a que tuvieron un inconveniente con el primer recibo del impuesto predial, el cual llegó entre 200 y 300 mil pesos, siendo el sector estrato uno. Así que los habitantes recurrieron a la prensa local y a los pocos días lograron que se modificara por un valor de 28 mil pesos.
Así como inició su historia de 23 años, así continúa aquel deseo de sus habitantes de seguir construyendo un lugar en el cual no haya miedo de represalias ni de violencia.
Aquí viven ‘colgados de un tubo’
A pesar del cambio de Alcaldes en Bucaramanga, aún no se ha encontrado una solución definitiva para el paso peatonal en el barrio Claveriano, lo que obliga a los residentes a arriesgar sus vidas diariamente para desplazarse entre los dos sectores. La única conexión disponible entre ambos lugares es una cañería suspendida en el aire, que consiste en un tubo de aproximadamente 12 pulgadas de diámetro y 25 metros de longitud, instalado a seis metros sobre las aguas del río Suratá. Utilizando esta estructura, el trayecto entre los barrios Claveriano y La Cemento, que de otra manera tomaría alrededor de 40 minutos caminando por la vía hacia la Costa Atlántica, se reduce a solo tres minutos.
Lo ponen el corazón al calzado
Los habitantes del sector están decididos a seguir adelante ni un paso atrás. Wilmer Pinto con su empresa de manufactura y fabricación de calzado femenino, Calzado Sagitarios, ha podido generar empleo para más de 10 personas en el sector y algunos barrios aledaños como Kennedy. Son 4 años en los que las ganas de emprender siguen intactas y en el que la ‘manos claverianas’ fabrican un producto hecho con amor y dedicación.
Educación
La comunidad cuenta desde hace 12 años con una institución educativa pública que beneficia a más de 270 niños que cursan desde preescolar hasta undécimo grado, su nombre es: Colegio Claveriano Fe y Alegría.
Parques
Este barrio cuenta con espacios públicos para el encuentro familiar, diversión infantil y zonas verdes en la longitud del Parque Lineal Jardines del Río Suratá. Un parque realizado entre 2019 y 2020, cuyo mantenimiento es de carácter urgente.
Vías
Hasta hace unos 5 años, las calles eran destapadas, pero ahora tienen una vía principal pavimentada para facilitar el ingreso de cualquier vehículo.
Transporte
Los habitantes de la zona gozan de tres rutas a cargo de la empresa Transcolombia para movilizarse hasta la carrera 33, la Terminal de Transporte y el centro de la ciudad.
