Lo acribillaron a unos cuantos pasos de su casa en el barrio La Esperanza II, al Norte de Bucaramanga.
Quijano se encontraba bajo detención domiciliaria. Era integrante del grupo delincuencial conocido como los de “San Rafa”, dedicado al tráfico de estupefacientes en varios sectores del área metropolitana de la ciudad.
Al parecer, seguía en el negocio en su barrio y justo cuando vendía vicio en la cuadra de la carrera 22 con calle 10 AN, llegaron sus verdugos.
Lo acorralaron y jalaron el gatillo. Ocho tiros despertaron el horror en la zona a las 11:00 de la mañana y acabaron con la existencia de Sebastián.
Viéndolo caer ‘bañado’ en sangre, agonizante, los pistoleros se fugaron de aquel sector conocido como La Loma.
De aquella sarta de tiros, cinco proyectiles dieron en Sebastián entre pecho y clavícula.
Sobrevivió solo por unos minutos. Falleció cuando lo ingresaban al Hospital del Norte.
Durante ocho meses, mientras los sicarios creyeron lograr su cometido y cantar victoria, la Sijin de la Policía Metropolitana de Bucaramanga trabajó de forma sigilosa recolectando pruebas para su captura.
Seguimiento a personas, análisis de videos de cámaras de seguridad y hasta agentes encubiertos fueron determinantes para que un Juez emitiera la orden judicial contra ‘Yeicon’ y ‘Frijolito’.
La investigación determinó que serían parte de la misma organización criminal a la que perteneció Quijano, los de “San Rafa”. Un presunto ajuste de cuentas entre la red criminal sería el móvil del asesinato.
Alias ‘Yeicon’ y ‘Frijolito’ tienen anotaciones judiciales por los delitos de porte ilegal de armas de fuego, tráfico de estupefacientes y hurto; ahora, les figura homicidio agravado.