Luisa Fernanda Mojica de Aguas, de 3 años, y Luis Ángel Mojica de Agua, de 7, fueron encontrados sin vida, en la mañana del primero de enero. La última persona que los vio con vida fue su abuela, la noche del 31 de diciembre antes de Año Nuevo. Ambos, fueron encontrados colgados en un árbol en zona rural del municipio de Fonseca (La Guajira).
Familiares y allegados se unieron en una voz de protesta para exigir justicia por el asesinato de los dos hermanos. Luis Fernando Mojica Zavala, de 26 años, padre de los dos, es señalado como sospechoso de cometer el atroz crimen y quien actualmente se encuentra hospitalizado tras un intento de suicidio lanzándose de una buseta en movimiento.
Mojica Zavala tendrá que ser sometido a una cirugía maxilofacial en el Hospital San Rafael de San Juan del César para reconstruirle la cara ya que presentó traumas en la cara, en el pecho y las mandíbulas.
El velorio de los pequeños Luis Ángel y Luisa Fernanda se llevó a cabo en la casa donde vivían en el barrio Nueva Esperanza en Fonseca. Allí, los dolientes organizaron una marcha de protesta y se movilizaron hasta las instalaciones del Juzgado Promiscuo Municipal de Fonseca clamando justicia. Posteriormente, se dirigieron al cementerio del corregimiento de El Hatico para darle cristiana sepultura a los menores.
Jairo Aguilar, actual gobernador de La Guajira, se pronunció en su cuenta de X (antes Twitter) solicitándole a las autoridades al ICBF la pronta activación de una ruta de atención a los madres de los menores y su entorno familiar.
«Es crucial que la ley se aplique con firmeza contra el asesino de estos niños. Solicito al Instituto Colombiano de Bienestar Familiar activar de inmediato la ruta de atención para la madre de los menores y su entorno familiar. Además, he dado instrucciones al Secretario de Gobierno para que se ponga al frente de coordinar todo el apoyo institucional que esta familia necesita en este difícil momento», dijo el mandatario departamental.
Se especula que los motivos detrás de este crimen atroz obedecerían a la decisión de Andrea de Agua, la madre de los niños, de poner fin a su relación con el sospechoso, quien la acosaba e intimidaba, incluso amenazando con quitarse la vida.
Tres días antes de la tragedia, la mujer se había ido a trabajar como vigilante en Facatativá, por lo que dejó a sus tres hijos de 12, 7 y 3 años al cuidado de su madre.
Con información de El Universal.