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El doloroso adiós a Michelle Dayana González, asesinada en Cali

El sepelio de Michelle Dayana González se realiza en el polideportivo del barrio que la vio crecer y donde estaba el taller donde el sospechoso del crimen, la llevó con engaños para asesinarla.

Una docena de velas, una veintena de ramos de flores y pancartas exigiendo justicia rodean el féretro de Michelle Dayana González, la niña de 14 años que fue asesinada y desmembrada en la noche del pasado 7 de diciembre en un feminicidio cometido en el barrio San Judas de la ciudad de Cali.

Su velorio se realiza en el polideportivo del barrio que la vio crecer y en el que también estaba ubicado el taller donde un hombre, el sospechoso del crimen, la llevó con engaños para cometer el asesinato. El lugar ahora está decorado con grafitis que dicen “las niñas no se tocan, no se matan”.

Genaro González, padre de la menor, le aseguró a EFE que hasta el momento ninguna entidad del Gobierno le ha dado noticias sobre el paradero de Harold Andrés Echeverry Orozco, el presunto homicida quien hoy se encuentra prófugo de la justicia y por quien ofrecen hasta 100 millones de pesos (cerca de 25.000 dólares) de recompensa.

“Las últimas palabras que me dijo mi niña esa noche fueron: ‘Papi, no me demoro’ y no la volví a ver. Los entes que están a cargo – Alcaldía, Gobernación o Fiscalía- no me han dado información, pero espero que esa captura se dé muy pronto para que se haga justicia con mi hija”, dijo Genaro.

En medio de lágrimas, las compañeras de la víctima llegaron a acompañarla en su último adiós antes del mediodía, a una eucaristía, levantando carteleras que decían: “queremos salir a la calle sin el miedo de no regresar”.

“Era una gran amiga, alegre, a ella le encantaba pintar y tenía siempre buen ánimo para todo. Es muy duro que estas cosas pasen en el barrio, aquí no nos sentimos seguras”, precisó Lizzet Ramírez, asistente al velorio.

En el barrio San Judas el ambiente es de tristeza. Las luces navideñas no se volvieron a encender y los vecinos no salen de la consternación, pues este feminicidio les arrebató a una de sus más queridas habitantes.

“Uno siempre la veía a ella caminando, feliz, sin ningún tipo de maldad. Le gustaba mucho ir a la tienda por dulces y esa noche no volvió a casa. Este crimen nos duele a todos”, aseguró Eulalia Ijají, otra vecina del barrio, a EFE.

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