Llevado por la culpa, José Miguel Lamos Vargas se entregó a la Policía el martes en la mañana, después de asesinar a su hijo Miguel Sebastián Lamos, de 23 años.
Andaba en malos pasos
Sebastián vivía en Bucaramanga, pero algunos de sus conocidos afirman que andaba en “malos pasos, consumiendo drogas” por lo que no tenía una buena relación con su padre.
Habría ido el fin de semana a visitarlos a la finca, en la vereda Guayacán. Cuando se iba quiso llevarse unas gallinas y un costal de cacao, pero eso desató una fuerte riña con sus progenitores.
Ante la negativa de su padre, Miguel entró en furia, tomó un machete y arremetió contra ellos.
A las 6:00 de la tarde varios tiros estremecieron a los habitantes de la zona rural. Provenían de la finca ”Mi Granjita” donde viven los Lamos García. Gritos de ayuda anunciaron la fatalidad.
Viéndose amenazado por su hijo, José Miguel sacó una pistola y le propinó varios disparos. Luego huyó.
Allá en la casa quedaba Sebastián tendido en el piso, malherido, desangrándose, agonizando por un ‘balazo’ en el abdomen.
Ismeya García, su madre, clamaba por ayuda. Lo llevaron hasta el hospital del pueblo, a unos 40 minutos desde la finca. Lo ingresaron a urgencias pero a los cinco minutos falleció.
Hubo conmoción entre los chucureños. Hay toda clase de posiciones y versiones.
Pero la más acertada habría de surgir ayer en la mañana, cuando José Miguel apareció ante las autoridades confesando su responsabilidad en el crimen.