Esperanza Aldana, una santandereana dedicada a la confección toda su vida, una profesión que se convirtió en una labor generacional, pues, sus hijas siguieron los mismos pasos en el camino de la fabricación de prendas de vestir.
“Mi mamá no quería que yo fuera modista, ella quería que me dedicara a otra cosa, entonces yo sola me empecé a educar en este arte, hacía todos los cursos que podía para poder aprender todo lo necesario” manifiesta ‘Pancha’, como es llamada cariñosamente por su familia.
Con el tiempo, Esperanza pudo consolidar su primer taller de confecciones y conformar un equipo de trabajo de más de 20 personas, dentro de este equipo se encontraban sus dos hijas mayores, Patricia y Liliana, quienes en sus años de juventud empezaron a despertar la misma pasión por la confección.
La mayor de las Adarme Aldana, ‘Paty’, tomó la decisión de independizarse y conformar su propia empresa de confecciones, con todos los consejos recibidos por parte de su madre y las enseñanzas recolectadas durante su trayectoria como empleada, logró afianzar su empresa, la mayor de los hijos de Esperanza es diseñadora de modas y se especializa en el diseño y fabricación de trajes de gala para toda ocasión.
Aunque en el proceso de Aldana han habido unas pausas en su profesión como modista, siempre regresó a su labor, “mi mami duró un tiempo sin dedicarse a esto, vendió algunas máquinas y el taller ‘cerró’, porque ella seguía haciendo pequeños trabajos sobre medidas para algunos familiares, se dedicaba a vender otro tipo de cosas” comentó Liliana.
Alexander, el mayor de sus hijos varones, también se relacionó con el trabajo familiar, aprendió unas tareas de corte y estuvo a cargo del local ‘Dotaciones Aldemar’, un pequeño almacén que formó parte de la trayectoria de esta familia.
Hace aproximadamente siete años Liliana se independizó de ‘Pancha’, ella se ha dedicado por completo a las licitaciones, afirma que para ella esta área representa un catálogo más amplio de propuestas ante las empresas, es por eso que hoy conforma un equipo de mujeres cabeza de hogar dedicadas a la modistería.
Por el equipo de trabajo de Esperanza han pasado un sin fin de personas, entre ellas sus hijos y su esposo, quien en ocasiones realizaba labores de vendedor. Hoy, Esperanza conserva algunas máquinas de aquellas que la acompañaron durante tantos años, aun confecciona, elabora prendas para sus nietos, familiares y algunos trabajos sobre medida, también suele trabajar con sus hijas cuando estas así lo requieren, una sociedad que trasciende cualquier obstáculo.
Patricia, Liliana y Andrea, la menor de ellas, está dedicada a la confección de prendas de vestir para dama, cada una con una pasión que las unirá por siempre a su madre, la modistería.