Las víctimas de esas ejecuciones, en su mayoría jóvenes de bajos recursos, eran reclutados por soldados del Ejército bajo falsas ofertas de trabajo y ejecutados en otras regiones del país para presentarlos como guerrilleros abatidos y de esa forma mostrar mejores resultados a sus superiores con el fin de obtener permisos, premios y otros beneficios.
«Lo reconozco y pido perdón, a todas las madres y a todas sus familias víctimas de este horror, desde los más profundo de mi alma. Que esto nunca, nunca vuelva a pasar», dijo Santos hoy en su declaración voluntaria ante la Comisión de la Verdad en la que calificó esos asesinatos como una degradación macabra del conflicto armado colombiano.
Esta es la tercera vez que un expresidente del país rinde versión ante la Comisión de la Verdad, creada a instancias del acuerdo de paz firmado en noviembre de 2016 entre el Gobierno colombiano y la entonces guerrilla de las Farc.
Santos, que fue ministro de Defensa entre 2006 y 2009, durante el Gobierno del entonces presidente Álvaro Uribe (2002-2010), fue interpelado por el presidente de la Comisión, el sacerdote jesuita Francisco de Roux, en una conversación pública que él mismo solicitó porque considera «que la verdad es la base de la reconciliación que busca el país».
«Me queda el remordimiento y el hondo pesar de que durante mi ministerio muchas, muchísimas madres, incluidas las de Soacha, (donde ocurrieron algunos de los casos más emblemáticos) perdieron a sus hijos por esta práctica tan despiadada, unos jóvenes inocentes que hoy deberían estar vivos», confesó.
Informes entregados a la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP), también creada por el proceso de paz, dan cuenta de que el periodo en el que más hubo estas ejecuciones fue de 2002 a 2008.
En ese sentido, Santos se refirió a la estrategia militar contra las Farc y aseguró que cuando llegó al Ministerio de Defensa compartía con Uribe su objetivo de derrotar a la guerrilla, aunque tenían notables diferencias «en el cómo».
«Yo creo que el Ejército, en algún momento, debe decirle a Colombia y al mundo por qué permitieron que esto sucediera. Que no era la doctrina, pero que lo permitieron y que por eso piden perdón», avanzó en su relato que se prolongó por más de dos horas