Pocas de las personas que trabajan con Gustavo Petro en la Presidencia de la República generan tantas y diversas opiniones como Laura Camila Sarabia Torres, quien fuera la jefa de Gabinete y está próxima a asumir como directora del Departamento de Prosperidad Social, DPS.
A pesar de que todavía no supera los 30 años de edad y de que antes de que el actual Mandatario llegara al poder pocos sabían de su existencia, su nombre despierta niveles de polarización que se equiparan con los que alcanzan Roy Barreras y Armando Benedetti.
Nacida en Bogotá, en 1994, es una de las figuras más enigmáticas y poderosas que haya arribado a la Casa de Nariño en los últimos tiempos.
Cuando Petro anunció que ella estaría encargada de manejar su agenda diaria y de filtrar qué temas llegarían a su escritorio, muchos quedaron con las quijadas en el suelo: parecía demasiado improbable que alguien con tan poca experiencia en el mundo político del Estado pudiera tener semejante poder.
Lo cierto es que cuando habían pasado solo pocos meses de la estancia de ambos en el Palacio Presidencial ya se oyeron rumores de que las dos únicas personas que podían hacer que Petro cambiara de opinión eran su esposa, Verónica Alcocer, y Sarabia.
Su padre es un coronel retirado del Ejército y su madre fue funcionaria del Ministerio de Defensa. Estudió en un colegio que expedía tarjeta militar y uno de sus dos hermanos porta uniforme. Además, cursó relaciones internacionales y estudios políticos en la Universidad Militar Nueva Granada.
La mano derecha de Petro también ha contado que hizo prácticas laborales en el Ministerio de Defensa y que quiso entrar a trabajar al área administrativa de la Fuerza Aérea, pero no lo logró.
Tal vez en ese recorrido asumió cualidades que la hicieron destacarse entre los pasantes que se unieron a las filas del Partido de la U en 2012, cuando Juan Manuel Santos buscaba su primera elección presidencial, lo que le generó una asesoría remunerada en la dirección de esa colectividad.
Fue allí que conoció al entonces senador Armando Benedetti y, sin saberlo, se selló el destino de ambos: años después no solo harían parte del primer Gobierno de izquierda en Colombia, sino que protagonizarían escándalos que trajeron gruesos nubarrones sobre la Casa de Nariño.
La mujer detrás del poder
A pesar de su juventud, Sarabia ha demostrado ser una mujer de carácter y leal. Ella ha contado que fue el mismo Mandatario quien la llamó a pedirle que se encargara de ser su sombra, cuando estaba convencida de que su vida profesional iba a continuar en Venezuela, ya que Benedetti había sido nombrado embajador en Caracas.
Asegura que ‘conectó’ con el actual Jefe de Estado durante la campaña presidencial, porque nunca se amilanó ante las exigencias de las intensas jornadas que los llevó a recorrer el país de extremo a extremo, dejándole apenas cuatro horas para dormir cada noche.
Laura Camila asegura que fue Benedetti el que la preparó para ese ritmo tan frenético, ya que antes lo había acompañado en su candidatura al Senado. Luego, quedó embarazada durante la campaña presidencial, pero ni siquiera así bajó la velocidad.
Por eso, cuando Gustavo Petro triunfó sobre Rodolfo Hernández, el actual Jefe de Estado le pidió que, una vez concluyera su licencia de maternidad, se presentara a su nueva oficina en la Casa de Nariño.
Hay versiones que dicen que, como entró ‘pisando fuerte’, tuvo un encontronazo con el entonces director del Dapre, Mauricio Lizcano, por quién ocuparía la oficina más cercana a la puerta de Gustavo Petro. El ‘duelo’ lo ganó ella y dispuso su escritorio de manera que no pudiera perder detalle de lo que ocurriera con su jefe.
Pronto, la influencia de Sarabia en la Presidencia trascendió. Algunos políticos alababan su gestión, pero la prensa empezó a notar que el Mandatario incumplía su agenda o llegaba tarde a las citas, como cuando no estuvo a tiempo para la ceremonia de ascenso de la nueva cúpula militar, siendo Sarabia la encargada de coordinar el gabinete y las relaciones con el Congreso, los partidos, los gremios y los medios de comunicación. Incluso, se dice que rechazó que su cargo se llamara secretaria privada, porque las tareas que le habían sido encomendadas iban mucho más allá.
Las controversias
Como una suerte de Ícaro que voló muy cerca al sol y derritió las alas, Sarabia sufrió una dura caída. Primero, por la interceptación ilegal del teléfono de la exniñera de su hijo, Marelbys Meza, quien denunció haber sido acusada por ella de haberle robado una importante suma dinero de la casa y haber sido sometida a una prueba de polígrafo en la Presidencia. Además, se enteró de que su celular fue intervenido por agentes de la Policía, al parecer, por orden de la entonces jefa de Gabinete, en una acción también considerada como un abuso de poder y una violación a la intimidad y a los Derechos Humanos.
Días después, 48 horas desde que le envió una carta a la Fiscalía ofreciendo su declaración sobre los hechos, el coronel Óscar Dávila, adscrito a la seguridad del Jefe de Estado, murió aparentemente a causa de un suicidio.
Y en medio de esa tormenta, se filtraron los audios entre Sarabia y el entonces embajador Benedetti en los que él habla de supuestos dineros que consiguió para la campaña presidencial y que no fueron reportados ante las autoridades electorales, lo que le significó a ambos la salida del Gobierno.
Sin embargo, todo indica que ella está a punto de regresar a Palacio con una misión muy importante: manejar los diez billones de presupuesto del Departamento de Prosperidad Social. Así quedó en claro esta semana, cuando la hoja de vida de Sarabia fue publicada en el portal Función Pública, donde se anuncian los nombramientos del Estado.
Solo que esto ocurre mientras los procesos abiertos en su contra por la Procuraduría y la Fiscalía siguen adelante. De hecho, esta última entidad la citó a declarar el próximo martes y el viernes pasado imputó a cuatro uniformados involucrados en el caso de las ‘chuzadas’ a Meza. ¿Por qué será que, pese a todo, Petro la quiere a su lado?
La llegada al DPS
El nombramiento de Laura Sarabia como directora del Departamento de Prosperidad Social, DPS, también generó polémica porque, para algunos analistas, ella no tiene el perfil técnico ni la experiencia para manejar los recursos de inversión social del Gobierno Nacional, que superan los diez billones de pesos.
Carlos Charry, director de la Maestría en Estudios Sociales de la Universidad del Rosario, considera que ese nombramiento es un mensaje de que Petro no teme repercusiones legales para ella.
“El Presidente prioriza la lealtad sobre el conocimiento técnico. Laura Sarabia aprendió junto con Armando Benedetti el funcionamiento de las alianzas político electorales en todo el país, sabe qué regiones priorizar y cómo hacerlo”, señala.
Charry agrega que aunque la exjefa de Gabinete no necesariamente tiene experiencia técnica en temas de exclusión y de movilidad social, en la entidad permanecen funcionarios intermedios que dependerán de ella “y esto, de alguna manera, indica que un presupuesto tan grande se va a manejar más con un criterio de afinidad política. Esto, en términos políticos, sí le puede llegar a costar al Gobierno, porque sus adversarios, e incluso aliados que están fuera del poder, pueden empezar a cuestionar a futuro el papel que cumpla Sarabia en él, así como su idoneidad para el cargo”.