Bucaramanga tiene uno de los peores reportes del país en el Índice de Calidad Ambiental Urbana, Icau, y en gran parte esta mala calificación se debe al manejo indebido e irresponsable que muchos ciudadanos tienen con sus residuos sólidos, señalan las autoridades.
Los indicadores son preocupantes. Diariamente son arrojadas a las calles, espacios públicos y zonas verdes de la ‘Ciudad Bonita’ alrededor de tres toneladas de desechos. Los estudios más recientes señalan que los desórdenes de residuos sólidos se multiplican en diferentes puntos del municipio.
En 2021 las autoridades tenían identificados 66 puntos críticos en donde frecuentemente se disponen de forma indebida basuras a cielo abierto por parte de habitantes y comerciantes. En 2022 este indicador se actualizó, luego de que se identificaran más de 90 espacios en donde dicha problemática continuaba de manera recurrente.
El estudio más reciente realizado por el Gobierno Local, el cual culminó en pasadas semanas, identificó que en Bucaramanga existen 107 puntos críticos en donde suelen disponerse residuos sólidos, una problemática que además de atentar contra la salud pública y el ambiente, también impacta negativamente la imagen y la convivencia de la capital santandereana.
En barrios como Cabecera, Alarcón, San Francisco, Universidad y Centro, por citar unos de los sectores más neurálgicos, casi que a diario la comunidad reporta desórdenes por desechos en espacios públicos. Problemáticas conexas como aumento en la cantidad de roedores, moscas y cucarachas, además de malos olores, también deterioran la calidad de vida de los bumangueses.
¿Por qué se agrava este problema?
El desorden de muchos bumangueses con sus desechos es tal, que mensualmente se retiran más de 18 toneladas de residuos de construcción y demolición dispuestos de manera indebida en sitios como separadores viales y hasta en espacios verdes, en lugar de que se solicite el servicio especial de recolección de tales residuos.
Hélbert Panqueva, gerente de la Empresa de Aseo de Bucaramanga, Emab, manifestó que la existencia de estos puntos críticos “no se debe a fallas de las empresas de servicios, estos puntos los genera la disposición indebida que realizan los ciudadanos”.
En muchos barrios existen vecinos que sacan sus desechos por fuera de los horarios establecidos o en lugares que no están acordados para hacer la disposición. Ellos también son generadores del desorden y de estos puntos críticos.
Además de la falta de cultura y de la irresponsabilidad de cientos de ciudadanos, Panqueva también reconoce que problemas y fenómenos como “la migración, el aumento en la población de habitantes de calle y en el número de recicladores informales” también agravan el manejo de las basuras en Bucaramanga.
Llamado de responsabilidad
En algunos de estos puntos críticos la cantidad de desechos que se arrojan es tal, que se deben realizar intervenciones con maquinaria amarilla. Uno de los más neurálgicos es la denominada ‘Curva del Diablo’, en el norte de la ciudad.
En dicho lugar el año anterior se retiraron más de 40 toneladas de residuos inservibles. En total, durante 2022 se levantaron más de 1.000 toneladas de desechos que fueron arrojados indebidamente en calles y espacios públicos de la capital santandereana.
“Esto genera sobre costos, cambios en la operación y problemas logísticos que se deben resolver para atender cada punto crítico”, señaló el Gerente de la Emab.
Es decir, para limpiar los desórdenes que genera un sector de la ciudadanía, el Gobierno Local debe contratar labores de limpieza adicional a las rutas de recolección y barrido que pagan los usuarios a través de la tarifa mensual.
En Bucaramanga se calcula que anualmente se requieren más de $2.000 millones para intervenir, despejar y recuperar estos puntos críticos por desórdenes de residuos.
“Se debe acudir con volqueta, compactador y personal, es algo costoso por la logística que se requiere, sin contar el relleno sanitario, con el cual ya cuenta la Emab”, explicó Panqueva.
La Alcaldía de Bucaramanga y la Emab firmaron en pasados días un convenio por cerca de $1.200 millones, para atender los puntos críticos que existen en el perímetro urbano. Esta inversión también contempla acciones de educación y sensibilización con comunidades clave, como líderes comunales y recicladores informales, entre otros.
“Desde la semana pasada comenzamos estas intervenciones en los puntos críticos. Buscamos generar procesos de cultura ciudadana, compromisos con la gente y control social, es decir, que si alguien ve a un habitante de calle o reciclador botando basura le llame la atención o alerte por el sistema de altavoz del barrio”, dijo el funcionario.
